<p>La célebre escritora taiwanesa <strong>Chen Maoping</strong>, más conocida por el seudónimo de <strong>Sanmao</strong>, contaba que <strong>se enamoró del personaje de Mafalda en los años 70, cuando ella vivía en El Aaiún</strong>, entonces capital del Sahara español: su esposo, un submarinista llamado <strong>José María Quero y Ruíz</strong>, encontró en la única librería que había en el desierto un ejemplar de una de las tiras cómicas de Mafalda. Fascinada por el personaje de la niña irónica, crítica y libre, <strong>Sanmao decidió traducir algunas de las obras al mandarín</strong>. </p>
El Instituto Cervantes de Shanghái organiza una exitosísima retrospectiva del personaje de Quino, reinterpretado por la escritora china Sanmao, a la que conquistó en los 70 cuando vivía en El Aaiún
La célebre escritora taiwanesa Chen Maoping, más conocida por el seudónimo de Sanmao, contaba que se enamoró del personaje de Mafalda en los años 70, cuando ella vivía en El Aaiún, entonces capital del Sahara español: su esposo, un submarinista llamado José María Quero y Ruíz, encontró en la única librería que había en el desierto un ejemplar de una de las tiras cómicas de Mafalda. Fascinada por el personaje de la niña irónica, crítica y libre, Sanmao decidió traducir algunas de las obras al mandarín.
En Taiwán y Hong Kong, las historietas de Mafalda entraron por la puerta grande y cautivaron a miles de lectores gracias a las particulares traducciones de Sanmao. La escritora adaptaba el humor al contexto local, huyendo de la literalidad y abrazando la resonancia cultural, y logró convertir a la niña creada por el dibujante argentino Quino en un personaje capaz de conectar al lector chino de su época.
Estos días, en Xiaohongshu, la red social más popular actualmente en China entre las jóvenes urbanitas de clase media, abundan fotos y vídeos de una pintoresca exposición sobre Mafalda que se puede encontrar en el Instituto Cervantes de Shanghái, ubicado en el corazón de la concesión francesa, la joya cultural y de ocio de la capital financiera.
A diario, a todas horas, la sala pintada de rojo donde se presentan las tiras de Mafalda traducidas por Sanmao, junto con recreaciones de su habitación y un comedor, está a rebosar de curiosos chinos que pasan un buen rato leyendo los ejemplares. «Nunca habíamos hecho una exposición que se viralizara tanto en redes», comenta la gran experta en la «versión» china de Mafalda, la argentina Lucila Carzoglio, doctora en Literatura Comparada por la Universidad de Shanghái, quien hizo su tesis sobre la obra de Sanmao y dedicó un capítulo a la primera traducción de Mafalda.
«En la primera portada de las tiras de Mafalda que entró en Taiwán, en 1976, el nombre de Sanmao aparecía más grande que el de Quino. Ella ya era una autora muy conocida por sus libros de viajes recorriendo España, Europa y América Latina. En aquel momento, Taiwán estaba bajo una ley marcial y en China habían pasado la Revolución Cultural. Para millones de lectores que hablaban mandarín, la única forma que tenían de viajar era a través de los libros de Sanmao. Se engancharon a Mafalda porque llegaron al personaje de la mano de esta escritora», explica Carzoglio.
En China continental, las traducciones de Mafalda entraban en copias piratas y, hasta la década de 1990, no hubo una difusión formal con nuevas ediciones a manos de otros traductores. «Mafalda tuvo mucho éxito entre el público chino, y lo sigue teniendo porque Sanmao logró acercar al personaje a la cultura local, con prólogos y epílogos donde se introduce a ella misma en las tiras y juega con que Mafalda es su alter ego. Ambas comparten muchos valores como la rebeldía, la libertad, la inocencia o el espíritu crítico«, continúa Carzoglio.
La experta muestra varios ejemplares de las primeras traducciones al mandarín en las que Sanmao adapta chistes al sentido chino, cambia nombres de productos (como la mayonesa por la salsa de soja) y apellidos de algunos personajes (como Pérez por Li). «Incorpora notas de traductor en muchas tiras, en las que explica el contexto de la viñeta o el chiste que se hace», señala Carzoglio.
Para que se entendieran algunas historietas, Sanmao transformó el sarcasmo abierto a la interpretación que utiliza muchas veces Quino y le dotó de un humor más reflexivo y poético, acorde a su estilo literario y al que acostumbraba a leer el lector sinoparlante.
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