<p class=»ue-c-article__paragraph»>En el año 2000, el Instituto de Matemáticas Clay de Cambridge (Massachusetts) estableció siete problemas del milenio, estableciendo un fondo de siete millones de dólares para quienes hallaran la solución a estos; esto es, un millón para cada enigma. Según el instituto, quedan seis aún sin respuesta. Uno de ellos no es la viabilidad de la legislatura española. Y ello pese a que los números muchas veces no cuadren. Con una manifiesta fragilidad parlamentaria, el Gobierno ha encontrado en la cesiones y gestos a sus socios, especialmente <strong>Junts</strong>, la fórmula para ir cuadrando datos y que vayan saliendo las cuentas. Y no siempre. «Sudamos la camiseta hasta el final, y al final las cosas suceden», proclama <a href=»https://www.elmundo.es/e/pe/pedro-sanchez.html»>Sánchez</a>. Esa incertidumbre y debilidad, sumada a algún que otro revés, es surfeado por el Gobierno también gracias al buen desempeño de la economía, de los datos macros, que permiten a La Moncloa un asidero en medio de la tormenta. «Que la economía vaya bien nos facilita la vida».</p>
Moncloa admite que le «da margen para actuar y negociar» a pesar de la ingobernabilidad
En el año 2000, el Instituto de Matemáticas Clay de Cambridge (Massachusetts) estableció siete problemas del milenio, estableciendo un fondo de siete millones de dólares para quienes hallaran la solución a estos; esto es, un millón para cada enigma. Según el instituto, quedan seis aún sin respuesta. Uno de ellos no es la viabilidad de la legislatura española. Y ello pese a que los números muchas veces no cuadren. Con una manifiesta fragilidad parlamentaria, el Gobierno ha encontrado en la cesiones y gestos a sus socios, especialmente Junts, la fórmula para ir cuadrando datos y que vayan saliendo las cuentas. Y no siempre. «Sudamos la camiseta hasta el final, y al final las cosas suceden», proclama Sánchez. Esa incertidumbre y debilidad, sumada a algún que otro revés, es surfeado por el Gobierno también gracias al buen desempeño de la economía, de los datos macros, que permiten a La Moncloa un asidero en medio de la tormenta. «Que la economía vaya bien nos facilita la vida».
Mientras la calculadora parlamentaria da más de un disgusto, el Gobierno prefiere comprobar los números en la calculadora de la economía. «Tenemos un Parlamento difícil, pero no pasa nada. Hay que convivir con esto con normalidad. El primero que lo vive así es el presidente», trasladan en su equipo. «España vive uno de los mejores momentos de su historia», es una frase que repite en estos últimos meses Sánchez allá por dónde va. Fuentes del Gobierno explican que durante su reciente participación en el Foro Económico de Davos les quedó la impresión de que fuera «nos ven con otros ojos; están centrados en el impulso de la economía española».
Mientras la dependencia de Carles Puigdemont obligaba a los ministros a permanecer horas esperando en las salas de Moncloa a ver si daba luz verde al pacto para aprobar el nuevo decreto social, el Ejecutivo sacaba pecho de los datos económicos. La economía española creció un 0,8 % entre octubre y diciembre de 2024, según datos de Eurostat, convirtiéndose en uno de los motores de Europa, en contraste, por ejemplo, con Alemania, que cerró 2024 con una caída trimestral de su PIB del 0,2%. O presumía de que España, según datos del INE, cerró 2024 con un crecimiento del 3,2 %, 0,5 puntos por encima del avance registrado en 2023.
«Con todas las dificultades que está atravesando el mundo, las dificultades también de un Gobierno en minoría parlamentaria […] lo relevante es que España está atravesando un momento económico extraordinario, probablemente de los más positivos que hemos tenido durante los últimos tres lustros», es el análisis de Sánchez. Este crecimiento supuso un analgésico para los dolores de cabeza que provoca la política en el día a día. Las negociaciones con los socios, las tensiones internas en la coalición -superado el choque por la reducción de la jornada, llega otro por la tributación del salario mínimo-, las investigaciones judiciales que cercan a La Moncloa…
«La economía nos permite un alivio, nos da margen para actuar y para negociar. Tenemos capacidad, no tienes que quitar a unos para dárselo a otros», reflexionan fuentes del Gobierno. A fecha de noviembre, los ingresos tributarios ascendieron a 273.993 millones, un 8,3% más que de enero a noviembre de 2023 (252.927 millones). Un ejemplo de ese margen es cómo el Gobierno defendía que la senda de estabilidad que ha aprobado dos veces el Consejo de Ministros, y que Junts tumbó en el Congreso -es la primera piedra para los Presupuestos– era la mejor posible, permitiendo un objetivo de déficit del 0,1% del PIB a las comunidades, y ahora, ante la negativa de Puigdemont a ese margen, exigiendo más dinero para Cataluña, negocia un margen más elevado.
«España es la mejor economía del mundo, tenemos más empleos que nunca y la paz social y la convivencia son una realidad», repite Sánchez estas semanas, de visita en los territorios con motivo de los congresos regionales del PSOE. Una percepción que no terminan de compartir los españoles. Los datos del últimos CIS señalan que un 61% califica de buena su situación económica, pero cuando se habla situación económica general de España un 39,2% la define como mala. La situación económica (22,1%) es el segundo problema para los españoles sólo por detrás de la vivienda (28,3%).
La Moncloa despliega una agenda social aupada por esos datos económicos y por su margen de gasto, en ese propósito de presentarse como el Gobierno de «la mayoría social». «Las votaciones se pueden ganar o perder votaciones. Lo que no está dispuesto este gobierno es a que la mayoría social pierda sus derechos»; «no nos resignamos a que pierda la mayoría social de nuestro país». Pero los datos, en ocasiones tiene su cara y su cruz. Lo que hace que el ancla de la economía sea un seguro, a día de hoy. Mañana quizás…
El Ejecutivo quiere hacer de la vivienda una palanca de la legislatura, con anuncios de medidas cada poco tiempo -el último un paquete de 12 iniciativas que desgranó el propio Sánchez-, y el anuncio de construcción de miles de viviendas asequibles. Pero la realidad pega sonoros portazos. Se acaba de conocer un informe del Observatorio de la Emancipación del Consejo de la Juventud que constata que sólo el 14,8 % de los jóvenes se ha emancipado, la cifra más baja desde 2006.
La Encuesta de Población Activa (EPA) publicada esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejó que el mercado laboral sumó 468.100 empleos en 2024, hasta alcanzar un nuevo récord con 21,85 millones de ocupados, mientras que la tasa de paro se redujo al 10,6 %, el nivel más bajo desde el segundo trimestre de 2008. Pero, a la vez, los datos publicados también estos días por Eurostat estipulan que las mayores tasas de paro en la UE correspondieron a España, con un 10,6%; Grecia, con un 9,4%; y Finlandia, con un 8,6%.
The Economist situó a España como la mejor economía entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en 2024. Pero, a la vez, la Comisión Europea coloca a nuestro país a la cola de la Unión Europea (UE) en convergencia social por sus niveles de riesgo de pobreza y exclusión social, abandono escolar y desempleo, con resultados negativos en 10 de los 17 indicadores sociales evaluados por Bruselas.
El Gobierno ve el vaso medio lleno. «Nuestro país encabeza el crecimiento del mundo desarrollado y cuenta con perspectivas de futuro mucho más favorables que otros países del entorno». Fuentes del Gobierno explican que estos «buenos números» son el resultado «de una buena gestión económica y política en los últimos años». Sin embargo, el «ruido» del que tanto se queja Sánchez opaca en muchas ocasiones estos datos. Una queja recurrente de los ministros, que la trifulca del día a día y las investigaciones judiciales marcan la agenda política y no estos datos económicos.
Ahora el Gobierno está decidido a usar la gran calculadora, la de los Presupuestos. Creen que el examen fue la reforma fiscal. El pacto con Junts para el decreto social ha hecho florecer la nuevo la esperanza en el Ejecutivo de poder tener unas cuentas para este año. «Se vuelve a hablar de todo», dicen en el Ejecutivo, después de que Puigdemont restableciera relaciones con el PSOE.
«Esperamos poder hablar de Presupuestos. Eso sí con poca expectativa», admiten, sabedores de que la negociación será ardua, compleja. «Ellos necesitan presumir de cosas para Cataluña».
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