<p>En el ámbito diplomático europeo se ha bautizado como el «<strong>grupo de Washington</strong>» a los países que, el pasado verano, se desplazaron con Volodímir Zelenski a Estados Unidos y le acompañaron a su reunión con Donald Trump. Es el que impulsó el documento de apoyo a Ucrania que ayer firmaron 10 presidentes y primeros ministros europeos, el que está avanzando ya un intento de propuesta de paz y en el que no se incluye a Pedro Sánchez. El jefe del Gobierno español no está en el núcleo duro, en la toma de decisiones que marcarán el futuro europeo.</p>
El Ejecutivo pasa en dos horas de restar importancia al documento de apoyo a Ucrania a pedir su adhesión. Moncloa afirma que primero lo estudiaron y luego, a petición del país ucraniano, se sumaron
En el ámbito diplomático europeo se ha bautizado como el «grupo de Washington» a los países que, el pasado verano, se desplazaron con Volodímir Zelenski a Estados Unidos y le acompañaron a su reunión con Donald Trump. Es el que impulsó el documento de apoyo a Ucrania que ayer firmaron 10 presidentes y primeros ministros europeos, el que está avanzando ya un intento de propuesta de paz y en el que no se incluye a Pedro Sánchez. El jefe del Gobierno español no está en el núcleo duro, en la toma de decisiones que marcarán el futuro europeo.
«Es el grupo de Washington, el que ha estado involucrado desde la reunión de agosto con algún añadido como es el caso de Dinamarca, que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo Europeo», explica a EL MUNDO una fuente diplomática. «Son principalmente los líderes que estuvieron con Zelenski en Washington«, confirma una segunda.
Esto es, Francia, Alemania, Reino Unido, Italia, Finlandia y la Comisión Europea. A ellos se sumaron el presidente del Consejo Europeo, António Costa; efectivamente, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen; y el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr. Además de, por supuesto, el propio Zelenski.
«Estamos todos unidos en nuestro deseo de una paz justa y duradera, merecida por el pueblo de Ucrania. Apoyamos firmemente la posición del presidente Trump de que los combates deben detenerse de inmediato y que la línea de contacto actual debe ser el punto de partida de las negociaciones», sostenía el texto, para a continuación dejar claro que el «compromiso con el principio de que las fronteras internacionales no deben modificarse por la fuerza».
Esta referencia a la línea de contacto no es ni mucho menos gratuita, y se produjo porque hace unos días Trump señaló que Ucrania debía aceptar la pérdida de parte de su territorio para que las conversaciones de paz prosperen. Y el documento, además, se publicó antes del posible encuentro que el magnate mantendrá con Vladimir Putin en Budapest pero que posteriormente fue puesto en duda, y a solo unos días de la reunión del Consejo Europeo que esta semana tendrá lugar en Bruselas con Ucrania y los activos rusos congelados en el centro del debate.
Es un documento, por lo tanto, notablemente relevante. Y el Gobierno no sólo no estaba entre los firmantes sino que, inicialmente, le restó importancia. «En el contexto europeo se emiten numerosas declaraciones conjuntas, y no siempre participan todos los Estados miembros. Y muchas veces no estar en una declaración concreta no implica desacuerdo ni desentendimiento», apuntaron fuentes de Moncloa al ser preguntadas ayer por la ausencia de España.
Pero con el paso de los minutos, el Gobierno fue consciente de la relevancia del texto y de lo significativo de su ausencia. Tanto, que en poco más de dos horas cambió totalmente su posición, solicitó adherirse al texto y subrayó «su compromiso con una paz justa y duradera, basada en el respeto a la soberanía e integridad territorial de Ucrania, y en la defensa del orden internacional basado en reglas».
Las fuentes gubernamentales consultadas por este diario explican ese quedarse fuera de juego en que se adhirieron al texto después de estudiarlo en profundidad, argumentando que se trata de «declaraciones vivas» que los países van estudiando y cuando lo endosan con la firma hacen oficial la participación del país. En el caso de España, las fuentes consultadas señalan que la adhesión se produjo a propuesta de Ucrania. Fue quien tendió la mano, no otros líderes europeos.
Tras hacerlo, en la tarde del martes, Sánchez mantuvo una conversación telefónica con Zelenski en la que le trasladó el apoyo de España. Sánchez sí participará el viernes, dicen en el Gobierno, de manera telemática, en la reunión de la Coalición de los Voluntarios auspiciada por el premier británico, Keir Starmer.
Lo cierto es que no haber estado en aquella foto en el Despacho Oval frente a Trump es algo que no termina de incomodar a Sánchez. «Europa tiene que hacer valer aún más su peso. Eso significa hacer valer esa relación transatlántica en términos de una mayor igualdad», respondió cuando se le preguntó por la cita. Una reflexión que encierra la sensación de que Trump en su posición sobre la guerra, como en los aranceles, no practica una relación de tú a tú con los líderes europeos.
El perfil internacional de antítesis del mandatario estadounidense que ha construido el presidente español -sobre todo con su oposición a gastar más en Defensa- y la política nacional condicionan sus pasos. Y los de otros líderes respecto a España. Lo que le beneficia de puertas hacia dentro le perjudica de puertas hacia fuera y viceversa. Otro factor que influye en el rol internacional de Sánchez es que ahora está en minoría, toda vez que la mayoría de líderes mundial son conservadores. «España no ha perdido influencia«, insisten desde el complejo presidencial.
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