<p>Es fácil saber cuándo llega el otoño. Las hojas de los árboles cambian de color y se caen creando una alfombra colorida y llegan las amenazas de <a href=»https://www.elmundo.es/e/ju/junts-per-catalunya.html»>Junts</a> de romper con el Gobierno. Es otoño. La formación de <a href=»https://www.elmundo.es/e/ca/carles-puigdemont.html»>Carles Puigdemont</a> endurece, otra vez, su discurso, escenificando una suerte de ultimátum, uno más, de romper con <strong>La Moncloa</strong> y dejar sin constantes vitales a la coalición. Pero esta semana, las <a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/10/22/68f8892221efa03b1b8b457c.html»>palabras</a> de <strong>Miriam Nogueras</strong>, portavoz de Junts, resonaron con fuerza en el <a href=»https://www.elmundo.es/e/co/congreso-de-los-diputados.html»>Congreso</a>. «Habría que hablar menos de cambios de horario y empezar a hablar de la hora del cambio». Gobierno, socios y oposición dieron un respingo. <a href=»https://www.elmundo.es/e/pe/pedro-sanchez.html»>Pedro Sánchez</a>, que está en <strong>Bruselas</strong> -país donde reside Carles Puigdemont- para participar en el <strong>Consejo Europeo</strong>, trata de bajar el suflé. La estrategia es relativizar, quitar dramatismo a esa situación de dependencia de los independistas. «Este es un Gobierno que quiere y aspira a cumplir con los compromisos».</p>
En el Gobierno tratan de trasladar un mensaje de «tranquilidad», pese a que sin los siete votos del partido de Puigdemont, el Ejecutivo no alcanzaría la mayoría para sacar ninguna iniciativa
Es fácil saber cuándo llega el otoño. Las hojas de los árboles cambian de color y se caen creando una alfombra colorida y llegan las amenazas de Junts de romper con el Gobierno. Es otoño. La formación de Carles Puigdemont endurece, otra vez, su discurso, escenificando una suerte de ultimátum, uno más, de romper con La Moncloa y dejar sin constantes vitales a la coalición. Pero esta semana, las palabras de Miriam Nogueras, portavoz de Junts, resonaron con fuerza en el Congreso. «Habría que hablar menos de cambios de horario y empezar a hablar de la hora del cambio». Gobierno, socios y oposición dieron un respingo. Pedro Sánchez, que está en Bruselas -país donde reside Carles Puigdemont- para participar en el Consejo Europeo, trata de bajar el suflé. La estrategia es relativizar, quitar dramatismo a esa situación de dependencia de los independistas. «Este es un Gobierno que quiere y aspira a cumplir con los compromisos».
En las reuniones en Suiza o Bélgica y en las conversaciones discretas que se mantienen entre ambos, son recurrentes las quejas de Junts por los incumplimientos que consideran que existen, como que no se aplica una amnistía ni judicial ni política completa, que no se han traspasado las competencias a Cataluña en materia de inmigración o que el catalán sigue sin ser una lengua oficial en Europa. Sánchez necesita los siete votos de Puigdemont para seguir sosteniendo su gobernabilidad y aprobando iniciativas en el Congreso. Por eso, pide «tiempo».
«Estamos haciendo ese trabajo. Exige tiempo, dedicación, esfuerzos. Es lo que está haciendo el Gobierno. Lo importante es que este es un Gobierno que quiere y aspira a cumplir con los compromisos, en el caso de Junts, de los acuerdos de Bruselas., ha añadido.
Tanto La Moncloa como Junts saben que hay asuntos que no se han materializado, pero el planteamiento que hacen en el Ejecutivo es que ellos han cumplido su parte y que esa plasmación ya no depende de ellos. Por ejemplo, que llevaron un texto sobre la amnistía que se aprobó en el Congreso, pero que ahora está en manos de la Justicia su aplicación. O que llevaron una ley para el traspaso de las competencias de inmigración, pero que Junts no reunió los apoyos necesarios y Podemos lo tumbó por «racista». O que han llevado a Bruselas la oficialidad del catalán pero no hay unanimidad entre los 27 países de la UE para sacarlo. A Junts, sin embargo, en una posición en la que necesita réditos políticos, asfixiados por la pujando de un partido como Alianza Catalana, las palabras no les bastan. Necesitan hechos.
Precisamente, el lunes 27 en Perpiñán -ciudad francesa fronteriza con España-, Puigdemont reúne a la Ejecutiva de Junts para valorar el acuerdo firmado con el PSOE hace dos años en Bruselas y que permitió la investidura de Sánchez.
«Lo estamos haciendo, lo sabe Junts, que estamos cumpliendo con todos esos acuerdos. Evidentemente hay acuerdos que no dependen en exclusiva del Gobierno de España», es el mensaje que ha lanzado Sánchez. Si en algún momento Junts materializa su amenaza, dejaría a La Moncloa en una situación crítica. Sin sus siete votos no alcanzaría la mayoría para sacar ninguna iniciativa. En el Gobierno, sin embargo, tratan de trasladar un mensaje de «tranquilidad». Dan por descartado que Junts una sus votos al PP y Vox para hacer una moción de censura. Lo argumentan en que mientras el partido de Santiago Abascal esté en la ecuación, los independentistas no estarán, y que una alianza PP-Vox es la que más rechazo genera en Cataluña. Fuentes del Gobierno sí lamentan que Junts haya entrado en el «marco» del PP, que ha aprovechado la ocasión para hacer guiños a los independentistas.
Sánchez sabe del rechazo en Cataluña a un gobierno del PP y Vox y por eso presenta la situación actual en esta comunidad como un logro que no debería ser enmendado. «Hoy es indiscutible que a Cataluña y a España, y ahí están los datos y la situación política institucional en Cataluña y también en España, le sienta bien este Gobierno de coalición que efectivamente ha propiciado un cambio desde el año 2018». Y, como contraste, presenta un escenario de involución y retroceso si como deslizó Nogueras en el Congreso, se materializa «la hora del cambio». «Puede haber cambios para avanzar o para involucionar. Para regresar 50 años atrás. Una involución como plantean otras alternativas políticas, en este caso el Partido Popular y Vox».
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