<p>Dice Jim Jarmusch que el único género del cine que no entiende es el biopic. «La mayor parte de la vida nos la pasamos sin hacer nada interesante y eso es precisamente lo que hace tan interesante a la vida. ¿Cómo cuentas eso?», afirma. En general, cuesta discutir con el director más amable y con el pelo más blanco sobre la Tierra, pero esta vez puede que no solo no tenga razón, sino que, apurando y con perdón, se lleve una hostia. Tanto sobre el papel como sobre el ring <i>The Smashing Machine</i> ofrece pocas opciones a la duda. Puede gustar o no la lucha de la que Mark Kerr fue pionero, pero no está entre lo posible que su vida deje indiferente. Hizo muchas cosas y todas dolían<strong>. </strong>En efecto, el menor de los Safdie, que tiene firmadas con su hermano tres películas tan soberbias y eléctricas como <i>Heaven Knows What, Good Time</i> y <i>Diamantes en bruto,</i> propone ahora un viaje al fondo de la más libre y completa de las luchas libres y completas (Mixed Martial Arts). <strong>Y lo hace de la mano de probablemente el gran mito fundacional al que interpreta completamente fuera de sí un Dwayne Johnson que directamente suplica por su Oscar. </strong>¿Qué puede fallar?</p>
El menor de los Safdie completa una película tan enérgica en las escenas de lucha como desenfocada en casi todo lo demás con un Dwayne Johnson tan anómalo como convincente convertido en la máxima atracción
Dice Jim Jarmusch que el único género del cine que no entiende es el biopic. «La mayor parte de la vida nos la pasamos sin hacer nada interesante y eso es precisamente lo que hace tan interesante a la vida. ¿Cómo cuentas eso?», afirma. En general, cuesta discutir con el director más amable y con el pelo más blanco sobre la Tierra, pero esta vez puede que no solo no tenga razón, sino que, apurando y con perdón, se lleve una hostia. Tanto sobre el papel como sobre el ring The Smashing Machine ofrece pocas opciones a la duda. Puede gustar o no la lucha de la que Mark Kerr fue pionero, pero no está entre lo posible que su vida deje indiferente. Hizo muchas cosas y todas dolían. En efecto, el menor de los Safdie, que tiene firmadas con su hermano tres películas tan soberbias y eléctricas como Heaven Knows What, Good Time y Diamantes en bruto, propone ahora un viaje al fondo de la más libre y completa de las luchas libres y completas (Mixed Martial Arts). Y lo hace de la mano de probablemente el gran mito fundacional al que interpreta completamente fuera de sí un Dwayne Johnson que directamente suplica por su Oscar. ¿Qué puede fallar?
La idea básicamente consiste en jugar a los contrastes. Todo un clásico en el género. Estamos, otra vez, ante la historia del hombre tan indestructible dentro del cuadrilátero como frágil y vulnerable fuera de él. Si a esto se le suma que el protagonista es, en su primer papel verdaderamente dramático, nada menos que La Roca (escoltado por el trabajo sobresaliente de Emily Blunt) y que partimos de la falta de prejuicios que siempre han demostrado los Safdie a la hora de retratar tanto el olor de la sangre como el sonido seco de la derrota, no queda otra de acudir al cine con toalla, linimento y una bolsa de hielo. Por lo que pueda pasar. Y es ahora cuando llegan las decepciones. No diremos tongo por aquello de no apurar la metáfora pugilística más de lo razonable y porque, la vedad, sería injusto.
El problema esencial es la falta de foco. En su empeño nada disimulado de resultar original y de no caer en los tópicos del género, Safdie elige siempre que puede el camino equivocado. Cuando la película se carga de adrenalina, de golpe (nunca mejor dicho) se echa mano del melodrama familiar más protocolario. Cuando la tragedia de una vida destruida por las drogas aparece como resultado de un deporte inmisericorde, la película entra en rehabilitación, en sentido literal y figurado, sin que queden razonados ni la motivación ni el proceso ni, apurando, el verdadero sentido del drama. Y así hasta que la épica acaba por confundirse con el hípica. No hay redención tampoco derrota. No hay, por así decirlo, lógica narrativa en una película que en esencia no puede ser nada más que narración.
Bien es cierto que las peleas, en crudo, resultan tan convincentes como, por momentos, duras de ver. El referente de Toro salvaje, de Martin Scorsese, es tan evidente, que por momentos roza la copia. Y no es menos cierto que el trabajo del protagonista sorprende por su crudeza, su sinceridad y su entrega. Cuesta aguantar la mirada a una rodilla que impacta una y otra vez sobre la cabeza del adversario. Y no es simplemente una cuestión de brutalidad, que también, como de ritmo. El director sabe rodar la acción y demuestra en cada una de las peleas encerradas en un ring. No en balde, para él fue un premio a mejor dirección en Venecia tan discutible como perfectamente comprensible. Pero, definitivamente, no es suficiente. Hace daño, sí, pero no duele. Parece contradictorio y es solo biopic.
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Director: Ben Safdie. Intérpretes: Dwayne Johnson, Emily Blunt, Bas Rutten, Paul Lazenby. Duración: 123 minutos. Nacionalidad: Estados Unidos.
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