<p class=»ue-c-article__paragraph»>Hace un mes que <strong>Santos Cerdán</strong> dimitió como secretario de Organización del PSOE tras un informe de la UCO que le acusaba de ser el «jefe» de una trama corrupta que se hizo con el control del PSOE. Treinta días sin respiro ni tregua para <strong>Pedro Sánchez</strong>, atrapado entre su propia responsabilidad política y la angustia existencial de su partido y de su Gobierno. Agravada hasta el extremo con la entrada en prisión de quien fuera el jefe del PSOE por delegación del secretario general.</p>
El presidente del Gobierno se fijó un calendario para la crisis de la corrupción, que sus colaboradores consideran la clave del buen resultado del Comité Federal y de la comparecencia parlamentaria
Hace un mes que Santos Cerdán dimitió como secretario de Organización del PSOE tras un informe de la UCO que le acusaba de ser el «jefe» de una trama corrupta que se hizo con el control del PSOE. Treinta días sin respiro ni tregua para Pedro Sánchez, atrapado entre su propia responsabilidad política y la angustia existencial de su partido y de su Gobierno. Agravada hasta el extremo con la entrada en prisión de quien fuera el jefe del PSOE por delegación del secretario general.
Tres hitos han marcado el camino de Sánchez hasta la desembocadura de aguantar lo que le echen y más allá. La primera decisión que tomó fue que no dimitiría como presidente ni convocaría elecciones. Tampoco quiso ser el Zapatero de 2011, que renunció a repetir como candidato, anunció elecciones y designó a Rubalcaba como sucesor. «El antecedente de Zapatero, con el que ahora mantiene una relación muy estrecha, pesó sobre Pedro Sánchez. Fue una operación fallida. Al final, metió a Rubalcaba en un lío, al PSOE le fue mal electoralmente y todos resultaron dañados», señalan fuentes socialistas.
Tras el estallido del escándalo de corrupción y prácticas poco acordes con los postulados feministas, Sánchez decidió un calendario que no fue compartido por todo el mundo internamente. El presidente del Gobierno decidió aplazar el Comité Federal y la comparecencia parlamentaria para después de los compromisos internacionales: cumbres de la OTAN, de la UE y Sevilla. «Esas semanas le dieron tiempo a él a recomponerse, al partido a reflexionar y a decidir si estaba dispuesto a respaldar a Sánchez con todas las consecuencias, y también a los socios de la investidura a digerir internamente la situación sin tomar decisiones precipitadas. Todos pudieron hacer sus duelos. Tanto el resultado del Comité Federal como el de la comparecencia parlamentaria fueron mejores de lo que nadie esperaba. El calendario ha ayudado a la resolución de la crisis, era el adecuado», señalan fuentes del Gobierno.
Aunque ningún peligro ha quedado conjurado, puesto que la instrucción de los sumarios contra los ex dirigentes acusados de corrupción no ha hecho más que empezar, las personas de confianza de Pedro Sánchez y los ministros han llegado a la conclusión de que el presidente es perfectamente capaz de soportar las presiones más extremas, incluidas las que se refieren a su familia, y el ambiente ciudadano más hostil.
«Tuvo que decidir si podía aguantar lo que le pasa y lo que puede estar por venir. Es deportista, nunca se rinde y es capaz de soportar el dolor más intenso. No hay quien pueda negar que existe una estrategia del PP y los medios que le apoyan que quieren tumbarle en la lona, a los que no les basta con la evidente debilidad en la que se encuentra el PSOE en este momento. Quieren acabar con él y que no pueda levantarse más. Esta crisis, que le ha afectado más que ninguna en lo personal, es la segunda parte de los cinco días de abril, en los que decidió quedarse sabiendo que aquello era sólo el principio», señalan los colaboradores de Sánchez.
«Es como Rocky, está en la lona, con los ojos cerrados, los pómulos hinchados, con poco aire, y se levanta y arrea estopa a todos los que quieren acabar con él», señala un atento observador de la política española.
«En estas semanas, muchos dirigentes socialistas le han trasladado el apoyo y el aliento que aprecian en las casas del pueblo y en la calle entre la gente progresista. El momento en el que Óscar Puente se levantó en el Comité Federal para criticar las palabras de Page y todos los asistentes se levantaron a aplaudir fue un poco el ejemplo de que el mejor activo del PSOE sigue siendo Sánchez, no ha perdido la conexión con la militancia, ni el vínculo con los votantes progresistas. Pedro fue notando el calor de la militancia y de los ámbitos progresistas, como sucedió también en abril del año pasado», resumen las fuentes consultadas en la dirección socialista.
En opinión de los dirigentes del PSOE, «no hay dos caminos para salir de esta crisis, sólo hay uno: seguir y seguir al lado de Pedro Sánchez, sin desfallecer». «Podemos perder la guerra, pero no lo haremos sin pelear. El presidente madura mucho las decisiones, aunque una vez que las toma nunca se vuelve atrás», añaden fuentes de la dirección.
En cuanto a la dureza de sus intervenciones contra Feijóo, mentándole la foto del narco, que motivaron la respuesta del líder del PP sobre las saunas vinculadas a la prostitución que se atribuyen al suegro del presidente, sus colaboradores no tienen dudas. «No le pueden pedir que no se defienda o que frente al asedio personal que está sufriendo, responda de manera inocente o juegue con las reglas de la esgrima. Van a por todas», señalan sus colaboradores.
Pedro Sánchez dedicó en el Comité Federal unas sentidas palabras de apoyo y afecto a María Jesús Montero, vicesecretaria del PSOE, vicepresidenta del Gobierno, ministra de Hacienda y ya candidata oficial del PSOE a la Presidencia de la Junta de Andalucía. «Quiero expresar mi profundo respeto a María Jesús Montero por ser la vicesecretaria general del PSOE por ser una extraordinaria vicepresidenta del Gobierno de España, por su solvencia, rigor técnico, dedicación y compromiso al proyecto socialista», dijo el líder socialista . Y añadió que iba a ser la próxima presidenta de Andalucía. Las encuestas de intención de voto, sin embargo, pronostican otra mayoría absoluta de Juanma Moreno y un retroceso del PSOE. El camino de Montero será de espinas -las elecciones tocan en primavera- ya que como ministra de Hacienda tendrá que defender la financiación singular de Cataluña pactada con ERC en la comunidad andaluza que aspira a presidir.
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