<p><strong>Pedro Sánchez</strong> llegó para combatir la corrupción pero ha tardado siete años en darse cuenta de que hacía falta un plan para prevenirla. A la sombra del <a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/06/15/684eb5dffdddffe6b78b4575.html»><i>informe Cerdán</i></a>, el presidente ha <a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/07/09/686e128cfdddffb7bc8b4582.html»>comparecido</a> en el Congreso para anunciar sus medidas, pedir tímidas disculpas y reiterar que lo mejor para el país es que él siga al frente.</p>
El presidente comparece en el Congreso para anunciar sus medidas contra la corrupción, pedir tímidas disculpas y reiterar que lo mejor para el país es que él siga al frente
Pedro Sánchez llegó para combatir la corrupción pero ha tardado siete años en darse cuenta de que hacía falta un plan para prevenirla. A la sombra del informe Cerdán, el presidente ha comparecido en el Congreso para anunciar sus medidas, pedir tímidas disculpas y reiterar que lo mejor para el país es que él siga al frente.
Comenzó afirmando que venía…
«a rendir cuentas, a dar explicaciones como corresponde, a asumir mi responsabilidad. Pero, sobre todo, vengo a proponer medidas para que algo asi no vuelva a suceder»
La mayor dosis de verdad está en ese «sobre todo», porque los anuncios de medidas siempre son pantallas, precisamente, para evitar dar explicaciones y eludir la asunción de responsabilidades.
Reconoció Pedro Sánchez estar decepcionado consigo mismo y con aquellos en los que nunca debió confiar, pero hablaba desde…
«la seguridad, señorías, de ser un político limpio y con el orgullo de quien lidera un partido ejemplar»
Hombre, no sé cuán ejemplar puede presumir de ser un partido cuyos dos últimos secretarios de Organización están imputados por corrupción, uno de los cuales está en prisión preventiva. No creo que definiéramos como ejemplar una empresa cuyos dos últimos CEOs estuvieran siendo investigados por pertenencia a organización criminal.
Con todo, para subrayar la decencia de los suyos, el presidente insistió en que…
«El PSOE tiene cargos electos en mas de 4.000 ayuntamientos, diputaciones, ‘consells’, cabildos y parlamentos autonomicos; tambien en las Cortes Generales (…). Esas personas son honestas, son decentes, son personas comprometidas con su pais»
No lo dudo, pero ¿no se da cuenta el presidente de que ahí está el problema? Es decir, ¿no es casualidad que de los más de 4.000 socialistas honestos el presidente haya subido al Peugeot y encumbrado a los tres únicos golfos? ¿No es mala suerte que de un resplandeciente huerto frutal el presidente haya recogido tres manzanas podridas? No dice mucho de su ojo como agricultor. Por lo demás, el argumento podría valer si Ábalos y Cerdán fueran concejales de un pueblo de la comarca de Montes de Oca, pero no es el caso. De los corruptos no importa tanto la cantidad como la calidad: un secretario de Organización y un ministro son órganos vitales del sistema. Y más del que lidera Pedro Sánchez. José Luis Ábalos y Santos Cerdán no son sólo nombramientos suyos, sino los hombres clave en su ascenso y permanencia en el poder, los escuderos en sus dos momentos fundacionales: Ábalos en la moción de censura, Cerdán en la negociación de la amnistía. Ábalos y Cerdán no son manzanas podridas del sanchismo, sino el sanchismo mismo.
Pero el presidente insistió:
«La traición, por tanto, de unos pocos, no puede manchar al resto»
En realidad, no mancha al resto. Le mancha a él. La cuestión no es si los socialistas son honrados, que lo serán en la misma proporción que cualquier grupo humano, sino si el presidente es bueno identificando perfiles honrados para puestos de responsabilidad.
Sánchez reconoce que cometió un error confiando en ellos, pero se justifica alegando que no tuvo motivos para dudar y añade:
«Un año después, en noviembre de 2024, surgieron -como saben ustedes- en los medios de comunicación los primeros rumores acerca de la supuesta participación de Santos Cerdán en el llamado caso Koldo. Cuando los leí en la prensa, mi primera reacción, evidentemente, fue de incredulidad»
Es una curiosa forma de hacer autocrítica: no me enteré de nada, y cuando los medios informaron, decidí no creerlos y seguir no enterándome de nada. El presidente está reconociendo que existían indicios sobre la implicación de Santos Cerdán en una trama corrupta, pero que decidió ignorarlos. No deja de sorprenderme que presuma de actuar con prontitud quien aparta del cargo a un subordinado que dos semanas después está durmiendo en prisión. Seamos serios: si tu reacción llega después del informe de la UCO, no puedes presumir de rapidez y diligencia. Luego está lo de los medios.
«Los rumores carecian de concrecion, de fuentes fiables o pruebas, y se producian ademas en un contexto mediatico de desinformacion en la que nos empezabamos a acostumbrar a leer noticias falsas casi a diario»
El presidente, de nuevo muy autocrítico, se justifica aludiendo a un panorama mediático inundado de noticias falsas, ¡cómo distinguir la verdad de la mentira! El presidente nunca ha explicado a qué noticias falsas se refiere, ni cuáles son los pseudomedios que las publican. Y ahora que se ha demostrado que las noticias referentes a Ábalos y Cerdán no eran bulos, ¿acaso no debe una disculpa a quienes las publicaron? ¿No es capaz de inferir que, si aquello era cierto, puede que lo demás también lo sea? Sánchez prefirió creer a Cerdán antes que a los periodistas.
«Le crei porque creia conocer la vida sencilla que el llevaba a Madrid, tambien en su pueblo de Navarra, y porque le habia visto trabajar durante cuatro anos sin que diera muestra alguna de lo contrario»
¿De verdad conocía la vida que Cerdán llevaba en Madrid? ¿La típica vida sencilla en un ático en uno de los barrios más exclusivos de la capital? Sin duda, la sencillez es un concepto relativo.
El informe de la UCO, además de abrirle los ojos a las corruptelas de Ábalos, Koldo y Cerdán, le informó de su machismo:
«Esos informes y esos audios contienen comentarios y conductas machistas que estan en las antipodas de mis valores y de lo que mi partido representa. Y en este sentido, senorias, si quisiera reivindicar el compromiso de mi organizacion con la abolicion de la prostitucion»
Debe de ser duro descubrir que has vivido en la ignorancia. Y para los ciudadanos, resulta difícil asumir que tenemos un presidente tan engañable. Su revivida predisposición a abolir la prostitución también es llamativa, teniendo en cuenta que lleva siete años gobernando; cualquiera diría que es un intento desesperado de apagar las llamas.
El presidente asume su responsabilidad en los nombramientos y pensó en dimitir, pero (oh, sorpresa) se queda:
«En los primeros momentos de esta crisis me parecio hasta incluso la solucion mas sencilla para mi y para mi familia, pero despues de reflexionar y de escuchar a mucha gente, comprendi que tirar la toalla no es nunca una opcion»
Esto nos suena mucho de sus aciagos días de retiro espiritual. El presidente no repara en que la solución más sencilla puede también ser la correcta; no queremos que Sánchez haga lo más difícil, sino lo que debe. En cualquier caso, equiparar dimitir y rendirse («tirar la toalla») es lo que hace que Mazón siga en su cargo. Esto no va de rendirse, sino de rendir cuentas. Dimitir es asumir una responsabilidad y dignificar el cargo. Es más, si Sánchez tuviera un proyecto político digno de tal nombre, entendería que hace más por su integridad dimitiendo que permaneciendo.
Dio tres razones para justificar su permanencia. La primera, que él no sabía nada. La segunda, que quiere recuperar la confianza de sus socios:
«Voy a estar a la altura, voy a satisfacer sus expectativas de regeneración y de lucha contra la corrupcion y voy a cumplir con los compromisos que tengo con ellos»
Tiene gracia, porque los grupos que apoyaron a Sánchez no lo hicieron porque confiaran en la fortaleza de sus principios, sino porque sabían de su flexibilidad. Sabían que incumpliría sus promesas y les entregaría lo que pidiesen a cambio de sus votos.
La tercera razón es que quiere culminar su proyecto político.
«Tenemos un gran proyecto de pais en el que confian millones de personas»
Sin embargo, hace poco asumió que perdería el poder si se celebraran unas elecciones. Y tampoco parece claro que su proyecto político pueda avanzar mucho con la actual composición del Parlamento. Recordemos que Sánchez no ha querido someterse a una cuestión de confianza porque sabe que la perdería. Es decir, sabe que no tiene el apoyo de la Cámara; ha sido incapaz de aprobar unos presupuestos, pero dice que sigue en el cargo para ¿avanzar? en su proyecto político. Esto de «tengo que seguir en el poder para hacer cosas, aunque no tenga los apoyos necesarios para hacer nada» no termino de entenderlo.
El caso es que Pedro Sánchez se queda, no sin antes poner encima de la mesa su paquete de medidas con el fin de que sus socios, especialmente Sumar, tengan una excusa para no dejarlo caer. Sobre las medidas concretas, no tengo mucho que objetar. Yo me habría contentado con que el presidente se comprometiera a frenar las reformas de la Justicia que tiene en marcha, a proponer un sistema de nombramientos de vocales del CGPJ según antigüedad y méritos baremados, se comprometiera con la independencia de la Fiscalía General del Estado y duplicara los medios de la policía judicial. En definitiva, con que asumiera que, contra la corrupción, siempre mejor jueces y policías que fontaneros.
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