<p>Suecia, el país que alumbró al grupo ABBA, conocido por sus auroras boreales, es también un ejemplo de civismo, por su apuesta por la educación pública; y ahora se ha convertido en un referente para la inversión desde un punto de vista fiscal. Nunca antes se habían repetido tantas veces <strong>las bondades de la cuenta ISK, un modelo a seguir en Europa y también en España, que favorece enormemente la inversión</strong>. ¿Por qué? Porque está basado en un esquema impositivo sencillo, sin limitaciones y que cumple su función: incentivar a los ciudadanos a que pongan su dinero a trabajar. Y esto no solo es bueno para el bolsillo de los hogares suecos, sino también para su economía.<strong> En los últimos diez años 500 compañías han salido a cotizar a la bolsa de Sueci</strong>a, perteneciente a la familia Nasdaq, y representa un porcentaje muy relevante de su economía. Entre las mayores cotizadas destacan sus bancos y firmas como Volvo, Ericsson o H&M.</p>
Las autoridades y reguladores europeos buscan alternativas para devolver a Europa el esplendor de décadas atrás y Suecia es el ejemplo a seguir. Necesitan el ahorro para financiar la ‘nueva UE’.
Suecia, el país que alumbró al grupo ABBA, conocido por sus auroras boreales, es también un ejemplo de civismo, por su apuesta por la educación pública; y ahora se ha convertido en un referente para la inversión desde un punto de vista fiscal. Nunca antes se habían repetido tantas veces las bondades de la cuenta ISK, un modelo a seguir en Europa y también en España, que favorece enormemente la inversión. ¿Por qué? Porque está basado en un esquema impositivo sencillo, sin limitaciones y que cumple su función: incentivar a los ciudadanos a que pongan su dinero a trabajar. Y esto no solo es bueno para el bolsillo de los hogares suecos, sino también para su economía. En los últimos diez años 500 compañías han salido a cotizar a la bolsa de Suecia, perteneciente a la familia Nasdaq, y representa un porcentaje muy relevante de su economía. Entre las mayores cotizadas destacan sus bancos y firmas como Volvo, Ericsson o H&M.
La cuestión es que desde hace más de un año en España se acumulan las voces que reclaman un modelo similar en nuestro país para revitalizar el mercado, que pasa por sus horas más bajas. Una de esas iniciativas para tratar de paliar la sequía de OPV fue la presentada por Bolsas y Mercados Españoles (BME) hace algo más de un mes llamada Easy Access y con la que se pretende animar a las compañías a cotizar rebajando requisitos, como el del capital libre que debe cotizar en mercado (free float) hasta niveles del 10%, o permitiendo a las empresas mantenerse en barbecho 18 meses para elegir el momento más adecuado de colocación. La volatilidad extrema que ha introducido en las bolsas Donald Trump este año es lo que se pretende evitar, porque tanto nerviosismo en algunas ocasiones ha dado al traste con salidas que estaban ya a las puertas, incluso, a horas de dar el toque de campana.
Es una suerte de cartera monedero, sin limitaciones ni de dinero ni de activos financieros, que busca incentivar que sus ciudadanos saquen el dinero del banco y lo muevan a inversiones más rentables por dos motivos: para generar una renta adicional de cara al ahorro y la jubilación y, dos, para movilizar capitales hacia las empresas del país y financiar la economía. Después de distintas herramientas para fomentar el ahorro, en 2012 el Gobierno sueco introdujo un enfoque mucho más simplificado para administrar una cartera de valores al tiempo de cumplir con las obligaciones tributarias. Se estima que 3,5 millones de personas cuentan con una ISK e invierten de media unas 300.000 coronas, el equivalente a 26.400 euros.
¿Por qué se piensa que la cuenta ISK es única? Los expertos defienden que se debe a cuatro características: no tiene límite de inversión, ni un periodo mínimo obligatorio para mantenerlas, tampoco cuenta con restricciones en productos en los que invertir y, por último, se trata de una tasa fiscal clara y sencilla a la que está sujeta, fácil de comprender. Y esto es un rasgo diferencial frente a otros países que también cuentan con instrumentos similares, como Reino Unido, Canadá, Japón y recientemente Italia o Francia, entre otros. «En las últimas dos décadas, el importe de ahorro financiero que las familias tienen en acciones cotizadas ha crecido un 138% hasta colocarlas como tenedoras del 20% del valor total» del mercado de valores, apunta BME en un informe.
¿Cuál es la tasa efectiva que se paga por tener acciones? Siguiendo el ejemplo planteado en este documento, lo que se hace es determinar el valor medio trimestral de una cuenta, sobre el que se aplicará el impuesto, que se ajusta periódicamente por parte del Gobierno sueco y que en la actualidad es de un 1,086% al que se le suma siempre otro 1% más, es decir, la tasa efectiva está en el 2,086% actualmente. Lo que hace el Ejecutivo es equilibrar el pago a los tipos oficiales para que el Estado no pierda dinero. Esto implica que, siguiendo con este ejemplo, si un sueco tiene una cartera de 100.000 coronas a cierre del 31 de diciembre, la base se calcula sobre la media trimestral que sería de 25.000 coronas. Esta cantidad se multiplica por el tipo de interés actual, del 2,086%, lo que supone 521 coronas. Pues bien, de esa cantidad, se paga un 30% al Estado: 156 coronas. Y no importa ni lo que se ha ganado o perdido por el camino al vender acciones, fondos o depósitos porque se tributa sobre el total. Ahora bien, la cuenta ISK solo está disponible para personas físicas, no empresas, y está garantizado un máximo de 950.000 coronas, unos 83.500 euros al cambio. No tiene cuota de apertura ni tampoco se penaliza la reinversión.
En esta dirección, España se ha sumado a un grupo de siete países (junto a Francia, Alemania, Holanda, Portugal, Luxemburgo y Estonia) que buscan aprobar una especie de sello europeo, llamado Finance Europe, que busca, precisamente eso, financiar la economía comunitaria a través del ahorro de las familias. La cuestión es que la libertad para invertir no es tal ya que cuenta con una serie de obligaciones como invertir un mínimo del 70% del dinero en empresas europeas y mantener esa inversión cinco años al menos. No ofrecen garantías públicas y no se ha hablado de incentivos fiscales, ya que es algo que debe determinar cada estado. Teniendo en cuenta los pasos dados por el Gobierno, tratando de entorpecer la inversión privada, sería un giro de guion de 360 grados.
En Europa hay dinero. El problema es que no está donde debe. Un informe de NewFinancial, un think tank europeo, parte de la premisa de que «los europeos somos muy buenos ahorradores, pero necesitamos ahorrar mejor». Y es cierto. En la nueva era en la que ha entrado Europa, con inversiones milmillonarias para modernizar sus infraestructuras y su defensa, es necesario movilizar todo el dinero que está almacenado en cuentas de ahorro y depósitos con escasa rentabilidad hacia las empresas europeas.
Y esto se refleja en los números. Un 45% de los suecos mayores de 15 años tiene abierta una cuenta ISK y en ella tienen activos por un valor equivalente a un tercio de la economía de su país. Es el ejemplo más claro de éxito. La TFSA de Canadá tiene una gran implantación, más de la mitad de la población la tiene, con inversiones equivalentes al 18% del PIB. En Reino Unido, a través de la cuenta ISA de acciones y de efectivo, los británicos tienen inversiones por cerca del 20% de la economía de su país (unos 818.000 millones de euros, según los últimos datos disponibles de 2022), aunque la penetración es mucho menor, con entre un 7% y el 14% de ciudadanos que la usa. Noruega está llamada a ser la nueva Suecia en un futuro. Su cuenta ASK tiene menos de diez años de vida y ya está presente en un tercio de los hogares. Otros ejemplos recientes son los de Dinamarca (con un 10%), Italia, Finlandia o Japón, con un grado de penetración del 9%, aunque no hay datos todavía del ahorro que se ha canalizado a través de la Tsumitate NISA, que es su nombre nipón. Los cálculos estiman que si cada uno de los estados miembros introdujese una cuenta similar a la ISK, a la TFSA canadiense o como la ASK noruega, se podrían canalizar entre 1,5 y 4,8 billones de ahorro de los ciudadanos en la próxima década.
Una de las consecuencias de que los europeos mantengan su dinero en el banco es que el valor de esos ahorros se va erosiando con el tiempo debido a la inflación y no crece. La cultura de tener el dinero guardado ha llevado a la Unión Europea a tener la menor ratio de capital sobre PIB de las grandes economías, con solo el 239%. En Reino Unido es del 310% y en EEUU doblan estas cifras. El capital de sus ciudadanos es un 500% superior a su economía, según datos recogidos en este informe.
Y luego está el problema de las pensiones. Insostenibles para todo experto al que se le pregunte, pero al tratarse de un asunto tan político como económico, nadie quiere ponerle remedio. Estas medidas se plantean como la alternativa necesaria para garantizar una jubilación sin penurias financieras. En España tenemos el porcentaje más bajo de inversión en planes de pensiones de Europa. Solo un 13% del ahorro está ahí, esto es un tercio de lo que tienen franceses y alemanes y la mitad que los italianos. Las medidas adoptadas por el Gobierno no han ayudado a cambiar esta situación, al penalizar los planes individuales donde el límite máximo de aportación ha pasado de 8.000 euros en 2020 a los 1.500 euros actuales.
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