<p>La tentación de hacer guasa con la edad del público del concierto que <strong>Bad Religion</strong> ofreció en <strong>Barcelona</strong> la noche del sábado se truncó nada más entrar en el <strong>Poble Espanyol</strong>. Puede que muchos de los reunidos en la plaza mayor de ese recinto estrafalario que recrea los rincones emblemáticos de España -una especie de parque temático patrio- ya peinen canas, pero nada cura mejor el dolor de lumbares que la adrenalina. </p>
Quienes se atrevan a afirmar que el punk ha perdido garra es que no han estado en un concierto de Bad Religion en los últimos tiempos (y deberían)
La tentación de hacer guasa con la edad del público del concierto que Bad Religion ofreció en Barcelona la noche del sábado se truncó nada más entrar en el Poble Espanyol. Puede que muchos de los reunidos en la plaza mayor de ese recinto estrafalario que recrea los rincones emblemáticos de España -una especie de parque temático patrio- ya peinen canas, pero nada cura mejor el dolor de lumbares que la adrenalina.
Cada uno de los 25 temas que tocó la banda californiana funcionó como un chupito de taurina para sus seguidores, que quemaron suela hasta el final. Los fans de Carolina Durante que se inician ahora en el arte del pogo podrían haber aprendido mucho de los veteranos y veteranas que ayer lo pusieron en práctica (y que es probable que ahora mismo tengan agujetas).
Greg Graffin, Jay Bentley, Brian Baker, Mike Dimkich y Jamie Miller volvieron a la Península Ibérica para celebrar sus más de cuatro décadas en activo con la gira 45 Years Doing What You Want organizada por la promotora HFMN. Después de Bilbao, A Coruña, Lisboa, Madrid, Málaga y Valencia se han despedido de sus fans en Barcelona, que agotaron las entradas, por todo lo alto. Venían acompañados por Agnostic Front, Strung Out, Crim y Belvedere, que se encargaron de calentar el ambiente hasta que los de California salieron a escena para poner broche final a una noche casi de verano.
El show comenzó con el tema Recipe for Hate que funcionó como el disparo de salida a una carrera de velocidad de punk rock. No hubo demasiados discursos entre medias -el saludo protocolario «hola, Barcelona», y poco más- porque los de Bad Religion no necesitan dar explicaciones.
Ya desde las primeras palabras de esa canción que abrió el concierto dejaron claro el espíritu de su imaginario: «Can’t you feel it, can’t you see/ The promise of prosperity?/ It’s overwhelming you and me/ It afflicts us like a disease» (¿No la sientes, no la ves?/¿La promesa de prosperidad?/ Nos abruma a ti y a mí/ Nos aflige como una enfermedad). Pues eso.
El cancionero que han trabajado durante toda la gira no estaba destinado a descubrir caras B de sus discos menos conocidos o experimentos creativos raros. La banda ha querido que su público más fiel se lo pasara bien en sus conciertos, así que el setlist de todos los shows ha sido una macedonia de los hits que han cimentado su casi medio siglo de trayectoria. Abrieron con un tema de 1993, saltaron al siglo XXI con Supersonic, incluido en su álbum de 2002 The Process of Belief, y volvieron de nuevo a los 90 con You Are (The Government) del disco Suffer, que sacaron en 1998.
Los no pocos skaters que se encontraban en esa plaza mayor de cartón piedra –Bad Religion es una de las bandas de cabecera de los miembros old school del colectivo- se volvieron locos con No Control, uno de los himnos del grupo. Esos tobillos curtidos a base de saltos y trucos con el patín resistieron bien esa sesión de brincos y coros desgañitados: «You are not in command/ You have no control/ We have no control/ No control, no control/ You have no control» (No estás al mando/ No tienes control/ No tenemos control/ Sin control, sin control).
A esas alturas del espectáculo, los ánimos estaban por las nubes y los temas actuaban como inyecciones de energía en el personal. La voz de Graffin, ese doctor en zoología de 60 años que enseña Evolución en la Universidad de Cornell, aún aguanta con dignidad y My Sanity, Faith Alone, I Want to Conquer the World y Fuck Armageddon… This Is Hell(momentazo épico) sonaron con potencia más que suficiente. Quienes se atrevan a afirmar que el punk ha perdido garra es que no han estado en un concierto de Bad Religion en los últimos tiempos (y deberían).
Pero ese solo era el meridiano del concierto. Aún quedaban otras perlas como Do What You Want, We’re Only Gonna Die, You o Generator. Una sucesión de letras que funcionan como manifiestos -aunque no como panfletos, que nadie se equivoque- de crítica social. A la banda le preocupa el individualismo, los problemas de salud mental de la población occidental, la dependencia de la tecnología y el autoritarismo, entre otras muchas cosas. Como dicen en 21st Century (Digital Boy), otro de los temas con los que emocionaron a los fans: «‘Cause I’m a 21st century digital boy/ I don’t know how to live, but I’ve got a lot of toys/ My daddy’s a lazy middle class intellectual/ My mummy’s on Valium, so ineffectual» (Porque soy un chico digital del siglo XXI/ No sé cómo vivir, pero tengo muchos juguetes/ Mi papá es un intelectual vago de clase media/ Mi mamá toma Valium, tan ineficaz).
Para la traca final se guardaron las enormes Infected y Cease, pero el delirio llegó con las bolas extra: Sorrow y, por supuesto, American Jesus, que puso la piel de gallina a los presentes desde el punteo introductorio. No se podían ir sin tocar ese ya clásico del punk rock que Brett Gurewitz y Greg Graffin compusieron en 1993 casi como una profecía. Ha habido muchos momentos en la historia de Estados Unidos en los que la letra de esa canción ha funcionado como una radiografía del país, pero puede que nunca tanto como ahora mismo. Una despedida por todo lo alto que todos sus seguidores esperan que no sea la definitiva.
Cultura