<p class=»ue-c-article__paragraph»>Da gloria ver a la familia tan bien avenida, tan unida y tan dichosa en el primer día del XXI Congreso del <a href=»https://www.elmundo.es/e/pp/pp-partido-popular.html»>PP</a>. Los antepasados, en ocasión tan importante, dieron su bendición <i>urbi et orbi </i>al sucesor, <a href=»https://www.elmundo.es/e/al/alberto-nunez-feijoo.html»>Alberto Núñez Feijóo</a>. Los ex presidentes del partido y del Gobierno, <strong>José María Aznar</strong> y <strong>Mariano Rajoy</strong>, transmiten así el relevo al actual líder del PP, completamente seguros -todos- de que Feijóo alcanzará La Moncloa en las próximas generales, sean cuando sean. Dos ex presidentes a partir un piñón con el sucesor. Dos ex presidentes a partir un piñón entre ellos. Feijóo tiene suerte. Carece de antecesor que le pueda hacer la faena -algo habitual en los relevos de poder- ya que <strong>Pablo Casado</strong> ha desaparecido como por ensalmo de la historia del PP. Nadie recuerda que fue presidente del partido durante cuatro años. Desde 2018 hasta 2022. Al parecer, Casado recibió invitación para acudir al congreso, pero su agenda no se lo permitió. Hizo lo correcto porque cualquiera sabe dónde le hubieran situado.</p>
Nunca el PP celebró un congreso tan tranquilo. Aznar y Rajoy, dos estilos contrapuestos, dan su bendición a Feijóo, olvidando las rencillas del pasado
Da gloria ver a la familia tan bien avenida, tan unida y tan dichosa en el primer día del XXI Congreso del PP. Los antepasados, en ocasión tan importante, dieron su bendición urbi et orbi al sucesor, Alberto Núñez Feijóo. Los ex presidentes del partido y del Gobierno, José María Aznar y Mariano Rajoy, transmiten así el relevo al actual líder del PP, completamente seguros -todos- de que Feijóo alcanzará La Moncloa en las próximas generales, sean cuando sean. Dos ex presidentes a partir un piñón con el sucesor. Dos ex presidentes a partir un piñón entre ellos. Feijóo tiene suerte. Carece de antecesor que le pueda hacer la faena -algo habitual en los relevos de poder- ya que Pablo Casado ha desaparecido como por ensalmo de la historia del PP. Nadie recuerda que fue presidente del partido durante cuatro años. Desde 2018 hasta 2022. Al parecer, Casado recibió invitación para acudir al congreso, pero su agenda no se lo permitió. Hizo lo correcto porque cualquiera sabe dónde le hubieran situado.
Tras escuchar a los dos ex presidentes, queda claro que el PP es un partido la mar de plural donde tienen cabida todos los estilos políticos. Hasta los más alejados. Aznar y Rajoy personifican el ejemplo de cómo una formación política puede funcionar, ganar y gobernar líderes tan distintos como ellos.
Feijóo tiene, pues, dónde elegir y a quién parecerse. Incluso puede decantarse por ser una aleación de ambos. La unidad de la familia del PPes importante porque no siempre fue así. La estabilidad familiar ha tenido sus más y sus menos en las últimas décadas. Ahora que tanto se habla del divorcio de Felipe González con el PSOE de ahora, hay que recordar que Aznar rompió con su sucesor Rajoy, renunció a ser presidente de honor del PP y hasta amenazó con no votar a su partido. «No hay ningún voto cautivo, ni siquiera el mío», dijo.
A pocos metros de donde este primer sábado del mes de julio se fotografiaron los dos ex presidentes y el actual como un sólo hombre, en la época ya lejana de 2015, José María Aznar hizo una pregunta que fue como una bala al corazón del PP. «¿Dónde está el PP?». En aquel momento, los cargos y militantes escucharon esta pregunta y el resto de la diatriba con estupor, pegado al asiento. Casi casi pasó lo mismo en este XXI Congreso. Menudo discurso regaló el ex presidente al auditorio. Tan imponente sonaba la identificación de Pedro Sánchez con un delincuente que los aplausos eran tímidos. Cuando el orador advirtió de que no le extrañaría que el actual presidente del Gobierno acabara en la cárcel porque parece ser su medio natural, el plenario del congreso del PP casi ni se inmutó. No se sabe si porque estaban asustados, extrañados o porque no le entendían muy bien. Aznar superó las expectativas que siempre levanta a su paso. «Para el sanchismo no hay reinserción posible». El ex presidente se despachó a gusto y se quedó satisfecho después de haber dicho lo que quería decir. Y no pasan los años por Aznar. En la foto, aunque es el mayor de los tres parecía el más joven.
Cuando el ex presidente dejó el micrófono echando fuego, le sustituyó su sucesor, Mariano Rajoy, con un discurso que resultó un afinado concierto de la filarmómica. A todo, por cierto, con el propio congreso. No es que el ex presidente ahorrara críticas muy duras, pero dichas en su boca y en su estilo, casi resultan caricias maternales.
«La situación política es mala, muy mala. La legislatura nunca debió arrancar. Hemos visto de todo, cosas que no podíamos imaginar, inconcebibles, disparatadas». Rajoy pidió en su discurso la recuperación de la buena educación y de la moderación y dedicó a Feijóo grandes elogios como líder del PP. «Me hace feliz constatar el magnífico estado de forma del PP. Habéis conseguido mantener el entusiasmo y la entrega».
Ambos, Aznar y Rajoy, se declararon orgullosos de que el partido esté en las manos de Feijóo. Y esto, como diría uno de ellos, no es cosa menor. Fue Rajoy el que se refirió de forma expresa a lo mucho que le agradan los nuevos dirigentes que rodean a Feijóo. Como el todopoderoso secretario general, Miguel Tellado, o la portavoz del Grupo Popular en el Congreso, Ester Muñoz.
Los que auguraban que el XXI Congreso del PP sería una balsa de aceite se quedaron cortos. Es mucho más. El PP es ahora un partido a imagen y semejanza del presidente. El partido le ha dejado las manos libres para hacer su equipo y trazar su estrategia. El XXI Congreso se convocó en unas circunstancias muy distintas de las actuales. Y a las circunstancias se ha ceñido la dirección del partido para hacer de la asamblea un escenario para la foto de un Feijóo que encara el camino hacia el Gobierno con una seguridad inédita en la historia del PPen la oposición.
Es verdad que del programa de gobierno se habla poco y mucho de la destrucción del adversario.
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