<p class=»ue-c-article__paragraph»>A la misma hora que el presidente del Gobierno, <strong>Pedro Sánchez</strong>, trasladaba a su vicepresidenta segunda, <strong>Yolanda Díaz</strong>, que va a haber margen para aumentar el gasto de defensa y mantener a la vez otros planes de gasto social, dos instituciones daban este martes mensajes en dirección contraria. </p>
El Banco de España no cree que la senda descendente enviada por el Gobierno y ministros del Ecofin advierten de que el esfuerzo militar no debe descuadrar las cuentas
A la misma hora que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, trasladaba a su vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que va a haber margen para aumentar el gasto de defensa y mantener a la vez otros planes de gasto social, dos instituciones daban este martes mensajes en dirección contraria.
Por un lado, el director general del Servicio de Estudios del Banco de España, Ángel Gavilán, presentaba las nuevas previsiones de la economía española y no sólo no cree que la deuda pública vaya a bajar del 100% en 2027 -año final de legislatura, según asegura Sánchez- como ha remitido el Gobierno a la Comisión Europea, sino augura que seguirá por encima en un nivel próximo al actual. Y, además, tampoco cree que la deuda pública haya entrado en senda descendente como apuesta el Gobierno, porque prevé repuntes a partir de 2026. Y Gavilán matiza que son datos en riesgo de empeorar por el aumento previsible del gasto en defensa y apostando con que España sólo absorberá -tal y como va la ejecución- el 50% de los préstamos de los fondos europeos asignados al país. También pone sobre la mesa -interesante en la institución que dirige el ex ministro José Luis Escrivá– el impacto de subir las pensiones con el IPC; y que no está escrito en piedra que el PIB español seguirá creciendo más que los socios.
La llamada «cláusula de escape» que ofrece Bruselas para que los Estados miembros puedan gastar en defensa es teóricamente un alivio para el Gobierno, pero una cosa es poder saltarse unos años el listón del déficit y otra que eso implique que los países más endeudados se carguen aún más, porque los mercados no lo van a digerir.
Así lo escuchó en Bruselas, el ministro de Economía Carlos Cuerpo, en la reunión del Ecofin con sus homólogos. El encuentro tuvo lugar en la misma mañana también de la reunión monclovita y el propio Cuerpo desveló a la salida el debate. «Lo han dicho numerosos estados miembros: la flexibilidad para que el gasto de defensa no suponga un incumplimiento de las reglas fiscales, no puede venir en detrimento de la sostenibilidad en materia fiscal, porque tendríamos una reacción inmediata de los mercados». Exacto. Los inversores, como siempre, van a mirar el total de la deuda, suba o no por gastos de defensa y están ya dando señales de inquietud.
El servicio de estudios del Banco de España desliza que hay ya un encarecimiento de la deuda «intensificado de manera brusca a principios de marzo ante los anuncios de programas de mayor gasto público que vendrían acomodados por una flexibilización en los marcos fiscales». Así es,, el anuncio del futuro canciller alemán, Friedrich Merz, sobre que impulsará el gasto militar desbordando el listón de deuda ha elevado el tipo de interés que exigen los inversores a todos los estados miembros, incluido España. El Tesoro tiene ya que remunerar con un 3,5% el bono a 10 años cuando hace apenas un mes le bastaba con el 3%. Eso es una señal de que el coste de la deuda va a subir, en vez de bajar como se esperaba antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Además, en las proyecciones del Banco de España se ve que, a este paso, hay deuda pública por encima del 100% en la cuarta economía del euro para rato y cualquier añadido, con permiso de Bruselas o no, tendrá que pasar el examen de los mercados. Y un suspenso encarecerá la financiación de España entre otros duros efectos.
Pese a ese peligro, Cuerpo, disciplinado miembro del Gobierno, defendió ante el Ecofin que hay que «añadir a la ecuación» un tercer elemento y es que, al mismo tiempo que se gasta en defensa y se contiene la deuda, no se deben recortar gastos e inversiones. Es decir, cuadrar el círculo. La única forma de que intentar hacerlo -y cumplir así la promesa de Sánchez a Díaz- es subiendo impuestos. Pero eso, a su vez, va en contra de las recetas de Bruselas de mejora imprescindible de la competitividad en Europa para evitar deslocalizaciones a EEUU. Y también supondría tomar medidas impopulares, porque es obvio que toda subida fiscal, incluida a los grupos energéticos, la terminan pagando los ciudadanos.
De momento, Cuerpo admitió este martes que María Jesús Montero sigue trabajando internamente para elevar la fiscalidad sobre el gasóleo -que no es un impuesto para ricos precisamente- para poder cumplir con Bruselas y recibir el quinto pago de los fondos europeos pendiente desde diciembre. Y así sigue el Gobierno, intentando tapar vías de agua para que el nuevo entorno internacional no debilite aún más su permanencia en el poder.
Actualidad Económica