<p><strong>Montserrat N. </strong>es una falsa aspirante a <i>mossa </i>acusada de torturar durante meses a su novio Aleix, amenazar con contratar a un sicario para matar a su hijo de nueve años -fruto de una relación anterior- y asesinarlo tras asestarle una puñalada «certera, directa y quirúrgica» en el corazón con un cuchillo de cocina. Un crimen que la Fiscalía calificó de «diabólico», de haber sido perpetrado con una «crueldad inhumana y excepcional», y que ella dice «no recordar». <strong>«No recuerdo coger el cuchillo, ni clavárselo, ni lavarlo», aseguró Montserrat </strong>después de «declararse culpable» solo de lo que «recuerda» a preguntas de la juez.</p>
«No recuerdo coger el cuchillo, ni clavárselo, ni lavarlo», dijo ayer Montserrat ante el tribunal, un día después de que la acusación y el ministerio público hablaran de una actitud «diabólica», de un asesinato «inimaginable»
Montserrat N. es una falsa aspirante a mossa acusada de torturar durante meses a su novio Aleix, amenazar con contratar a un sicario para matar a su hijo de nueve años -fruto de una relación anterior- y asesinarlo tras asestarle una puñalada «certera, directa y quirúrgica» en el corazón con un cuchillo de cocina. Un crimen que la Fiscalía calificó de «diabólico», de haber sido perpetrado con una «crueldad inhumana y excepcional», y que ella dice «no recordar». «No recuerdo coger el cuchillo, ni clavárselo, ni lavarlo», aseguró Montserrat después de «declararse culpable» solo de lo que «recuerda» a preguntas de la juez.
Así arrancó ayer en la Audiencia de Barcelona el juicio por el asesinato de Aleix, un hombre de 46 años, encontrado acuchillado en el interior del piso en el que vivía en Ripollet y en el que solo estaba ella, la falsa aspirante a mossa, la mujer que dijo ser policía a todos los vecinos y que fingía hablar con la cúpula del cuerpo policial catalán para lesionar, amenazar de muerte al entorno de su entonces novio y exigirle que callara.
Montserrat se enfrenta a una petición de 34 años de cárcel de la Fiscalía y a prisión permanente revisable por parte de la acusación particular, la familia del hombre fallecido, por un crimen que «rebasa lo inimaginable». Por su parte, el Ministerio Público sostiene que hay indicios para investigar a la mujer por otros presuntos malos tratos (seis posibles casos nuevos) a ex parejas o amigos y ha pedido en su escrito de acusación abrir una pieza separada al margen del crimen del que se la acusa.
«Les garantizo que las pruebas demostrarán que actuó con una crueldad y una maldad que nunca hemos visto. Mató a Aleix, pero antes había acabado con él, a nivel mental, psicológico, emocional y familiar. Tenemos pruebas de esta crueldad inhumana y extraordinaria ejercida por esta señora», aseguró el fiscal a los integrantes del jurado popular que deben seguir la vista oral y emitir su veredicto.
El caso se remonta a 2023: Aleix fue asesinado el Viernes Santo en el piso de Ripollet en el que vivía junto a su ex pareja, Montserrat, con quien había vuelto unos meses antes. Ambos habían mantenido un breve idilio en 2021, aunque rompieron por una primera agresión física y porque ella amenazó con «pegarle un tiro en la cabeza a su hijo», según explicó ayer la hermana de la víctima. Montserrat admitió este jueves una relación «que no era normal» y elaboró un relato lleno de agresiones, consumo de alcohol y drogas, intercambio de parejas y sesiones de bondage para tratar de justificar las graves heridas que él tenía y que aparecen en los informes a los que hizo referencia la Fiscalía ante el jurado popular. «Son sesiones en las que puedes poner las manos detrás de la espalda y arrodillarte, darte azotes y latigazos o incluso colgarte de tres metros, depende de los límites que quieras poner», trató de argumentar ella ante el tribunal. Un retrato que la familia de Aleix rechazó de plano en su turno de declaración al asegurar que él era un chico normal, que «se empezó a aislar de todos» al estar con Montserrat e incluso tuvo que pedir la baja a la empresa Seat donde trabajaba por su deterioro físico y psíquico,.
Antes de su muerte, el hombre había acudido como mínimo en cuatro ocasiones a ambulatorios u hospitales -fue incluso al Vall d’Hebron- por lesiones, una de ellas en el pabellón auricular izquierdo y otra una infección grave en un brazo, además de una fuerte herida en la cabeza. Pocas semanas antes de ese Viernes Santo, la situación empeoró y salía tapado completamente a la calle para que no se le vieran las heridas.
Montserrat trató de justificar los malos tratos y las amenazas a Aleix como un juego de dominación ante el tribunal: «Ese era el rol que llevábamos, la acción que teníamos era esa. Él se ponía a fregar los platos, se cabreaba y me decía que le riñera», dijo para explicar el tipo de relación que mantenían. «No hay ni una sola grabación en la que él le diga que lo amenace, que le pegue», le contestó el fiscal, quien también rebatió que en la autopsia no había «ni un solo tóxico» después de que ella dijera que las horas antes de su muerte -una puñalada en el corazón que dijo «no recordar» y que «vio» al salir de la ducha- había consumido drogas. Los Mossos sospecharon de ella desde un primer momento.
En julio de 2023, la detuvieron e ingresó en prisión provisional. Entre otros indicios destacan las grabaciones de sus móviles.«Ella lo grababa todo», lo borró y la policía recuperó los mensajes, unos audios que se escucharán íntegros en el juicio.
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