<p class=»ue-c-article__paragraph»>El Gobierno está preocupado por el «altísimo grado de conectividad» a internet de los jóvenes, especialmente los <a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/05/15/682499b3e4d4d8a0078b458d.html»>adolescentes </a>de 15 a 19 años. El <strong>70%</strong> pasa cuatro horas o más al día online, según el último <i>Informe de la Juventud en España</i>, al que ha tenido acceso EL MUNDO. El mismo Ejecutivo que antes del Covid consideraba que llenar las aulas de pantallas era «<a href=»https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/educacion/Paginas/2019/030919-digitalizacion.aspx»>una palanca</a> de la transformación económica y social de España» ahora ha visto<a href=»https://www.elmundo.es/espana/2025/06/04/68409b8221efa0ac688b459f.html»> las orejas al lobo</a> y ha dado marcha atrás. Fuentes del <strong>Ministerio de Juventud e Infancia </strong>advierten de que en el entorno digital «impera la ley de la selva, amenazando el desarrollo libre y sano de las vidas y proyectos de los jóvenes».</p>
El Ministerio de Sira Rego advierte del «altísimo grado» de uso de las redes sociales en los menores. El empleo de aplicaciones para ligar aumenta un 10%
El Gobierno está preocupado por el «altísimo grado de conectividad» a internet de los jóvenes, especialmente los adolescentes de 15 a 19 años. El 70% pasa cuatro horas o más al día online, según el último Informe de la Juventud en España, al que ha tenido acceso EL MUNDO. El mismo Ejecutivo que antes del Covid consideraba que llenar las aulas de pantallas era «una palanca de la transformación económica y social de España» ahora ha visto las orejas al lobo y ha dado marcha atrás. Fuentes del Ministerio de Juventud e Infancia advierten de que en el entorno digital «impera la ley de la selva, amenazando el desarrollo libre y sano de las vidas y proyectos de los jóvenes».
El Instituto de la Juventud (Injuve), dependiente del departamento que dirige Sira Rego (IU), publica hoy un estudio que lleva realizando desde 1985 con una periodicidad cuatrianual con el fin de reflejar los nuevos patrones generacionales. El más novedoso ha sido el smartphone, «el elemento central que articula la vida de las personas jóvenes», según el informe. Tanto influye que «condiciona todos los planos de su construcción personal: el laboral, el social y el identitario».
El trabajo sostiene que las redes sociales «son un instrumento generalizado de construcción y socialización identitaria» y «aglutinan la práctica totalidad de sus referentes», los que les permiten «construir un modelo para sí mismos, que proyectan y refuerzan en sus relaciones más inmediatas». Lo que para otras generaciones fueron las estrellas de rock ahora son los influencers. Las tribus urbanas han desaparecido porque la construcción de la identidad es «más líquida y ecléctica que en el pasado».
Esto, según el Injuve, «implica tanto beneficios como riesgos». Entre los primeros, habla de ventajas «formativas o sociales». Entre los segundos, la lista es más larga: «acoso y violencia, adicciones, exposición a grupos cerrados y a la desinformación, problemas de salud mental o apuestas en línea». Y eso lleva a dividir a los jóvenes en dos grupos: los que se sitúan ante las redes «como meros receptores y las utilizan sólo para la socialización, el ocio y el entretenimiento» y los que, «como agentes activos, saben aprovecharlas como herramientas de creación, producción y participación social».
¿Qué grupo es más numeroso? El informe no lo especifica, pero da a entender que es el primero, pues, cuando se pregunta a los adolescentes para qué usan las pantallas, el 98% responde que para conversar con amigos, el 96% para oír música o ver series, el 94% para seguir a los influencers, el 92% para las redes sociales…
Casi el 90% de la juventud se conecta a internet un mínimo de dos horas al día. El 59% alcanza las cuatro horas o más. Los más pequeños, de entre 15 y 19 años, son los que más tiempo pasan conectados: un 69% lo está cuatro horas o más diarias. Por comunidades autónomas, los de Baleares (72%) realizan un consumo más intenso, seguidos de los del País Vasco (68%), Madrid (67%), Cataluña (64%) y Murcia (63%).
Las redes sociales más usadas son WhatsApp (88%), Instagram (82%), TikTok (54%), YouTube (47%), Facebook (30%) y X (20%). Las chicas usan más que los chicos las plataformas más populares, mientras que los chicos son más numerosos en las minoritarias. Los varones son también los que recurren con más frecuencia a las apuestas en línea (el 25% frente al 11% de las mujeres), una costumbre que ha aumentado desde la última vez que se realizó el estudio, en 2019, del 16% al 18%.
También se ha incrementado un 10% en este tiempo el empleo de aplicaciones o webs para ligar, con una media de uso del 25%, aunque entre los varones llega hasta el 30%.
El pasado 25 de marzo, el Consejo de Ministros envió al Congreso su Ley Antipantallas, que obligará a que los dispositivos incluyan un control parental por defecto, así como etiquetas que expliquen «los peligros y riesgos potenciales» de un uso inadecuado de estos productos y «sus efectos para el desarrollo físico, mental y moral» de los menores.
Fuentes del Ministerio ven «imprescindible» regular los entornos digitales porque dicen que en ellos «impera la ley de la selva, amenazando el desarrollo libre y sano de las vidas y proyectos de los jóvenes». Con esta ley, defienden, internet «dejará de estar sometida a los intereses económicos de multimillonarios como Elon Musk» y será un lugar más «seguro» para niños y adolescentes.
De forma paralela, el equipo de Sira Rego considera que «cada vez es más necesario» ofrecer espacios de ocio «creativos» como alternativa. Las actividades más cotidianas y frecuentes de los jóvenes son pasar tiempo en internet (78% todos los días), escuchar música (71%), ver la televisión (47,8%), ver películas, deportes o series en las plataformas (34%), salir con amigos (el 57% lo hace entre una y dos veces por semana) y hacer deporte o pasear (23%).
El informe alerta de que, «a mayor capital educativo», hay menos uso de pantallas y más vida al aire libre con visitas al cine, museos, lectura de libros, voluntariado, participación en fiestas populares… «Esta tendencia podría conllevar el riesgo de que la juventud más desfavorecida quede marginada», avisa.
España