<p class=»ue-c-article__paragraph»>La gravedad existencial de la crisis europea nos ha devuelto a la disyuntiva clásica de entreguerras: cañones o mantequilla. Más armas o más sanidad. Disparar el gasto en Defensa o preservar intacto el Estado del Bienestar, eje medular de todo el ideal europeo. Pero esta vez, con Ucrania como frontera moral y con <strong>Putin </strong>y <strong>Trump</strong> como antagonistas en grado superlativo, la UE no tiene margen para elegir. Los Veintisiete tienen que incrementar la inversión sí o sí. Sobre todo, España, farolillo rojo de las cifras militares.</p>
La UE y la OTAN presionan a España para subir el gasto militar -«no más excusas»- mientras las FFAA reclaman en privado capitalizar el impulso
La gravedad existencial de la crisis europea nos ha devuelto a la disyuntiva clásica de entreguerras: cañones o mantequilla. Más armas o más sanidad. Disparar el gasto en Defensa o preservar intacto el Estado del Bienestar, eje medular de todo el ideal europeo. Pero esta vez, con Ucrania como frontera moral y con Putin y Trump como antagonistas en grado superlativo, la UE no tiene margen para elegir. Los Veintisiete tienen que incrementar la inversión sí o sí. Sobre todo, España, farolillo rojo de las cifras militares.
Gobernar es abrirse paso entre dilemas, y éste de la UE ya ha forzado un cambio de paradigma sin vuelta atrás. No sólo para taponar el butrón de suministro que ha abierto EEUUen Ucrania, sino para garantizar al fin «la seguridad del continente en su conjunto». Estamos ante el aterrizaje forzoso de Europa en una nueva realidad. «El tiempo de las ilusiones ha acabado», sentenció ayer en Estrasburgo Ursula von der Leyen, en un discurso de sobria trascendencia y sin resquicios para la contemporización partidista. En los pasillos del Parlamento Europeo, los eurodiputados del PPEuropeo y del S&D socialdemócrata coincidían en superar las siglas para «salvar» la UE. Y, también, en que eso tendrá un coste político evidente e ineludible para los estados miembros.
Esa presión es mayor aún en España, porque se trata del país de la OTAN con menor tasa de gasto defensivo (1,28% del PIB) y porque los socios parlamentarios de Pedro Sánchez se oponen al incremento forzoso de esa ratio, mientras el PSOE y el PP emiten en frecuencias políticas distintas. Ya hay cargos de la OTAN que, en conversaciones informales con miembros del Gobierno español, están metiendo prisa. Y presión. «No más excusas», ha transmitido el equipo del halcón neerlandés Mark Rutte, según fuentes parlamentarias conocedoras de los contactos. La UE también ha presionado al Gobierno español para que busque el mayor consenso posible con los demás partidos del Congreso, fundamentalmente con el PP. «La idea» que le ha transmitido es que «Putin sólo puede ganarnos si nos divide», confirman fuentes de La Moncloa.
No sólo la OTAN -con todos los intereses españoles de EEUU a cuestas- y la UE azuzan al Ejecutivo de Sánchez. También el propio Ejército, que ya ha hecho su carta a los reyes magos del gasto militar, para capitalizar el impulso. Los generales han transmitido discretamente a los grandes partidos cuáles son sus reivindicaciones. En reuniones privadas con presidentes autonómicos, han subrayado que lo más acuciante es revisar al alza los salarios, porque las retribuciones actuales desincentivan el incremento de las tropas. La segunda petición que lanzan al aire es un plan renove de los cuarteles y las «infraestructuras» e instalaciones del Ejército, que acusan de manera notable la falta de inversión de los últimos años. La tercera demanda es articular planes de gasto a largo plazo que se adelanten a las necesidades dotacionales y tecnológicas, y dando tiempo a la industria para acompasarse al enorme redimensionamiento de la demanda.
Esto mismo lo apuntó ayer Von der Leyen. «Se trata de financiar compras a productores europeos para darle a la industria la predecibilidad que necesita», dijo, antes de apostar por «licitaciones públicas conjuntas», por su «poder» como herramientas comunitarias que aceleran el rearme y bajan los precios del suministro militar.
Para la Comisión, el momento es crítico. El acuerdo se da por descontado en el corazón de Europa, y particularmente entre los eurodiputados españoles, pero en España nadie sabe cómo se logrará: Sánchez no tiene el apoyo de sus socios parlamentarios, pero tampoco negocia con Alberto Núñez Feijóo, con el que se reunirá mañana para informarle de cómo ve la jugada, pero no para consensuar, aún, la estrategia de un futuro pacto. No me chilles, que no te veo, una vez más.
Sánchez, como Iratxe García en la Eurocámara, reclamará un instrumento de deuda mancomunada para financiar el incremento del gasto, pero la UE ya ha decidido que no, que «es obvio que la gran mayoría de la inversión tiene que venir de los estados miembros». Y no sólo de manera individual, sino, también, «rápida y eficaz». «Tenemos que pasar de ese 2%» de gasto defensivo en relación al PIB «a superar el 3%, y, sin embargo, hay quienes están sólo en torno al 1%», atizó Von der Leyen, en una alusión teledirigida, más que nadie, a España.
Pero, pese a todo, hay mimbres para el acuerdo de PSOE y PP. ¿Cañones o mantequilla? Las dos cosas, naturalmente. Eso es Europa.
Javier López (PSOE): «Estamos viviendo la caída del muro de Berlín de nuestra generación»
Javier López, vicepresidente del Parlamento Europeo y portavoz de los socialdemócratas en la Comisión de Defensa de la Eurocámara, cree que Europa se encuentra en el vértice de un cambio de época. «Estamos viviendo la caída del muro de Berlín de nuestra generación», sostiene este dirigente del PSC, que está convencido de que la UE habilitará una herramienta de emisión mancomunada de deuda para financiar el incremento de gasto en defensa y seguridad. ¿Para qué? Para evitar «la competición del gasto social y el gasto militar», que a su juicio «sería el suicidio político de la UE».
Montserrat (PP): «Ya no hay vuelta atrás, cada país deberá financiar su aumento de gasto»
Para la portavoz española del PPE, Dolors Montserrat, el nuevo paradigma del gasto militar caerá en España por su propio peso, por la sencilla razón de que «ya no hay vuelta atrás». Y da por hecho que la UE no articulará un sistema de mancomunización de la deuda, como quiere el PSOE: «La decisión ya está tomada; cada país deberá financiar su aumento de gasto». Montserrat le reprocha que España sea «el que menos invierte en defensa»y «que más gas compra a Putin desde que comenzó la guerra». Y afirma que ni siquiera Dinamarca apoya la idea de Sánchez, ahora mismo.
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