<p>Quédense bien con su cara pegada al <strong>Oscar</strong>, con cada una de las palabras que ha pronunciado durante su discurso porque hoy podríamos estar ante el último día en la vida pública de <strong>Kieran Culkin</strong>. No hay una certeza, pero es mejor ir interiorizando esa idea. Quien fuera el hermano pequeño del reconocidísimo Macaulay, hoy ya con un nombre más que propio, acaba de ganar su primera estatuilla como <strong>Mejor actor de reparto</strong>. Y podría ser el último como también podría ganar varios más.</p>
El actor ha sido galardonado por su papel de Benjamin Kaplan en ‘A Real Pain’ tras ganar todas las nominaciones en la carrera hacia los Oscar
Quédense bien con su cara pegada al Oscar, con cada una de las palabras que ha pronunciado durante su discurso porque hoy podríamos estar ante el último día en la vida pública de Kieran Culkin. No hay una certeza, pero es mejor ir interiorizando esa idea. Quien fuera el hermano pequeño del reconocidísimo Macaulay, hoy ya con un nombre más que propio, acaba de ganar su primera estatuilla como Mejor actor de reparto. Y podría ser el último como también podría ganar varios más.
Porque todo en la vida de Kieran Culkin es absolutamente impredecible. Justo por eso, por impredecible, se ha llevado el reconocimiento de la Academia de Hollywood. Benji Kaplan, ese muchacho judío que Jesse Eisenberg decidió entregarle como pieza esencial de A Real Pain, es la imagen misma de lo impredecible. Lo mismo puede montar una trifulca en un tren por viajar en primera clase que hacerse una foto graciosa con un monumento a los caídos en la Segunda Guerra Mundial, fumarse un porro y tomarse una cerveza en un lugar prohibido de un hotel que ser la persona más empática sobre la faz de la tierra.
Y quien puede resistirse a pensar que en el fondo Kieran Culkin, que reniega en cada intervención pública de cualquier mirada al pasado, no es un Benji Kaplan en su día a día. Ese muchacho a ratos dulce y delicado y a otros desaliñado e impertinente en cada uno de sus comentarios. Y su discurso en el Dolby Theater no ha hecho más que confirmarlo porque después de decir hasta en dos ocasiones que su mujer, Jazz Charton, es el amor de su vida, ha aprovechado la recogida del premio para pedirle un cuarto hijo. «Nada de presión, te quiero y siento mucho volver a hacer esto. Pero ¿nos ponemos manos a la obra con lo de los críos?», ha bromeado el actor. «Me dijo: ‘Te doy el cuarto hijo cuando ganes un Oscar, yo he cumplido con mi parte de la palabra«.
Tras unos inicios marcados por la figura inmensa de su hermano -que acabó dejando la interpretación- y el control férreo -y agresivo- de su padre, Kit Culkin, en el mundo de la interpretación, Kieran ha ido encontrando su sitio. De sus inicios, ya como adulto, con La gran caída de Igby, Paperman o la versión televisiva de Fargo a la fama mundial con Succession. Ese despreciable -y fascinante- Roman Roy que le acompañará para siempre y que le ha convertido en la estrella que ya es.
Sin embargo, todo esto pudo no haber sucedido. Porque con 20 años, aún sin saber muy bien qué hacer, pensó en dejar la interpretación y no fue hasta los 34 que decidió que iba a seguir firmemente en ella porque eso era lo que mejor sabía hacer. Y aún sigue fantaseando, como reconocía en una entrevista con este diario, con irse sin avisar para siempre. O hacerlo dentro de ocho o nueve años. O no hacerlo nunca. De nuevo lo impredecible. «No tengo ni idea de cómo he llegado aquí, nunca pensé que esta fuera a ser mi carrera«, ha afirmado el actor al recoger su premio, que ha afirmado que se lo debe «todo» a su representante.
Pero también quiere la casualidad que su premio sea uno de los menos impredecibles de esta edición de los Oscar porque no había candidatura previa que él no hubiera ganado. La temporada de premios se ha entregado por completo a Kieran Culkin. Globo de oro, Bafta, Critic Choice, SAG… todos han llevado impreso el nombre del cuarto de los hermanos Culkin. Y puede que sean los últimos o tal vez. Pero por si acaso recuerden todo.
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