<p>María Jesús Fernández (Bilbao, 1971) es economista sénior del área de Coyuntura Económica de Funcas y profesora de economía española y financiera en la UNED. Desde el año 2000, ha sido analista de macroeconomía y coyuntura en servicios de estudios de diversas instituciones.</p>
La economista alerta, en esta nueva serie de entrevistas de EL MUNDO, de que España no está preparada para afrontar con éxito todos los retos enormes que supone la transición hacia el nuevo mundo al que vamos por todos los problemas que arrastra desde hace 25 años
María Jesús Fernández (Bilbao, 1971) es economista sénior del área de Coyuntura Económica de Funcas y profesora de economía española y financiera en la UNED. Desde el año 2000, ha sido analista de macroeconomía y coyuntura en servicios de estudios de diversas instituciones.
- El PIB de España acumula un crecimiento desde antes de la pandemia superior al del resto de países europeos, ¿esa mejora la perciben los hogares?
- El PIB sí que ha crecido en relación a 2019 más que Europa, pero si lo pones en términos per cápita la situación cambia. Nuestra población ha crecido mucho, sobre todo por la llegada de inmigrantes a partir del año 2021, así que en términos per cápita, que es realmente la variable de la cual depende la mejora del nivel de vida de la población, nuestro crecimiento con respecto al 2019 es el mismo que en el conjunto de Europa. El crecimiento intenso de los dos últimos años sólo nos ha permitido recuperar la brecha en términos de PIB per cápita que teníamos y que se había abierto en los años de la pandemia 2020 y 2021. O sea, estamos en la misma situación en PIB per cápita que en 2019.
- O sea que mantenemos la brecha con la Unión Europea…
- Sí, la brecha que tenemos desde hace muchos años apenas se ha reducido. Desde el año 2000 hasta ahora, nuestro PIB per cápita apenas ha crecido un 15%, muy por debajo de lo que ha crecido en el conjunto de Europa y, desde luego, muy por debajo de lo que ha crecido en economías del este y y países que antes estaban por debajo de nosotros y que ahora nos han superado. En este escaso crecimiento del PIB per cápita está en el origen de muchos de los problemas que vemos ahora como el escaso o nulo crecimiento de la capacidad adquisitiva, el nivel reducido de nuestros salarios en comparación con los de otros países, la disminución de las clases medias o el aumento de las desigualdades.
- ¿A qué cree que se debe?
- Tiene su origen en el escaso crecimiento de la productividad. Al final el problema primario de todos estos problemas es el escaso crecimiento de la productividad.
«La productividad está en el origen de todo. Como no se han tomado medidas pensando en el largo plazo, el nivel de vida de los ciudadanos difícilmente va a mejorar»
- ¿Por qué es tan difícil hacerla crecer?
- Está bastante identificado en la literatura económica cuáles son los motivos de nuestra escasa productividad. Por una parte, las deficiencias del sistema educativo. Es cierto que hay muchas cosas que han mejorado, pero aún así seguimos teniendo un porcentaje de abandono temprano de los estudios muy elevado. Las competencias de los jóvenes para resolver problemas de matemáticas y para la comprensión de textos escritos siguen siendo bastante mediocres. El porcentaje de la población activa que no tiene ningún tipo de formación, es decir, que tiene una formación inferior a la secundaria completa, aunque ha mejorado muchísimo si lo comparamos con 2008, sigue siendo muy elevado y está muy por encima de lo que es habitual en países de nuestro entorno. Por otro lado, tenemos que el porcentaje de población activa con estudios superiores es mayor a la media. O sea, hay una descompensación y además muchos de esos estudiantes no están en carreras STEM. Eso explica, por ejemplo, el problema de la sobrecualificación unido a la escasez de mano de obra en determinadas actividades. Y esa abundancia de mano de obra sin cualificar, pues también es uno de los motivos que explican los problemas de la productividad, porque incluso aunque no estés realizando actividades que requieran una gran cualificación, pues que las personas que están realizando esas actividades tengan unas capacidades más desarrolladas las hace más productivas. La productividad no solamente es cuestión de las máquinas que tienes instaladas y de la tecnología, es también en una medida muy importante de las capacidades organizativas, para relacionarse dentro del trabajo, de las interacciones dentro de la empresa y con el resto de agentes de los que se rodea la empresa. Y otro problema importante es el tamaño de las empresas, que también afecta a la productividad. Todos estos ámbitos son en los que habría que trabajar. Concretamente en el caso de las empresas, uno de los de los principales problemas que hay es la sobrerregulación y una fiscalidad muy elevada que impide a las empresas crecer. Se dificulta también la creación de nuevas empresas, desde el año 2019 el número de microempresas ha caído en picado.
- ¿Eso no podría verse como algo positivo? Quizá eran autónomos que ahora trabajan como asalariados…
- Yo no lo interpretaría como algo positivo porque eso significa que no están surgiendo nuevas empresas. El hecho de que haya menos empresarios significa que hay menos dinamismo empresarial y es de las pequeñas empresas que luego van creciendo de donde surge la nueva competencia, nuevas ideas, innovación o formas de hacer las cosas. Que entren nuevas empresas, con nuevas ideas, con nuevos proyectos que sean capaces de disputar a las empresas ya existentes y que esas empresas ya existentes desaparezcan y sean superadas por pequeñas empresas. Todo ese dinamismo, que es en definitiva el proceso de destrucción creativa del capitalismo, es el proceso tradicional de creación de riqueza y de progreso tecnológico y material. Si no surgen nuevas pequeñas empresas, no se puede llevar a cabo, lo hemos matado, no tiene lugar, el proceso muere. Ese proceso en general en Europa, no sólo en España, está muy neutralizado por la burocracia, la sobrerregulación y la sobrecarga fiscal. Y esa es una de las causas del declive industrial europeo, que es estructural.
- Ese es uno de los problemas principales de la UE, ¿no?
- Sí, estamos ahora mismo en un momento de transición, vamos hacia un nuevo mundo, una nueva era que está marcada por el envejecimiento demográfico -cuyas implicaciones en lo económico y social aún no tenemos muy claras-, la escasez de mano de obra, la desglobalización y la inteligencia artificial.
- Hablando de envejecimiento, ¿cree que España está preparándose bien para ese cambio de modelo demográfico?
- Pues no. Estamos en el momento de transición hacia ese nuevo mundo y la cuestión es si estamos en condiciones de afrontar los enormes retos que suponen todas estas transformaciones. Y no, yo no veo que España esté en situación de afrontar con éxito todos los retos enormes que supone esta transición hacia este nuevo mundo al que vamos por todos estos problemas que arrastramos desde hace 25 años, que siguen existiendo y no se ha hecho nada para solucionarlos. El crecimiento de los últimos dos años, que ha sido muy intenso, ha enmascarado una realidad de deficiencias estructurales muy profundas y que llevamos arrastrando desde hace muchos años, y que son las que a mí me hacen ser poco optimista en cuanto a nuestra capacidad para afrontar estos retos.
- La inflación parece que ya se está conteniendo cerca del 2%, pero los precios siguen subiendo aunque sea más lentamente, ¿cómo han podido los hogares afrontar ese encarecimiento continuo del coste de la vida?
- Si atendemos a las cuentas de los hogares que publica el INE, la renta disponible de los hogares per cápita ha recuperado el nivel prepandemia. En estos dos últimos años, el salario medio ha crecido más que la inflación y eso ha permitido recuperar la capacidad adquisitiva. Pero claro, esto es una media y eso significa que hay muchos hogares que están por debajo. Luego tenemos el problema de acceso a la vivienda. Ambos están relacionados con el escaso crecimiento de la productividad, que es lo que permite que aumenten los salarios sin que aumenten los precios y, por lo tanto, que aumente el poder adquisitivo de la gente y reducir la pobreza y ampliar las clases medias. La productividad está en el origen de todo, que no vaya a mejorar porque no se han tomado medidas pensando en el largo plazo significa que el nivel de vida de los ciudadanos difícilmente va a mejorar.
- Ahora, por ejemplo, el Gobierno está intentando aprobar una reducción de la jornada laboral que tendrá impacto directo en la productividad, ¿no?
- Eso va a ser uno de los dos mayores errores que se habrán cometido en España desde la Constitución del 78. Uno ha sido la reforma de las pensiones, el volver a ligarlas a la inflación y cubrir el déficit mediante subidas de cotizaciones y el otro gran error, si finalmente se lleva a cabo, será la reducción de la jornada laboral. España no es ni de lejos el país más adecuado para hacer un experimento como este.
- ¿Por qué?
- Primero, porque España está a la cola en cuanto a productividad y esto va a suponer una reducción de la productividad; no es cierto que vaya a aumentar. Puede haber un efecto técnico, digamos, de que al reducir los trabajadores se aumente la productividad media por el hecho de la productividad marginal decreciente, es decir, que si tú eliminas a los últimos trabajadores, como su productividad es siempre inferior a la de los anteriores, la productividad media aumenta. Pero cualquier pequeña mejora en la productividad por trabajador va a ser más que contrarrestada por la reducción en el número de horas, de tal forma que la productividad por trabajador va a descender. No hay forma humana, es matemáticamente imposible que se produzca un aumento de la productividad. Además, España tiene un peso muy elevado en comparación con otros países de las pequeñas empresas, que son las que más difícilmente se van a adaptar a esta situación. Eso va a tener unas consecuencias muy negativas para el futuro y además es que es una medida que es no se puede revertir. Son este tipo de medidas que son irreversibles. No va a haber ningún gobierno que políticamente tenga la capacidad de hacerlo. Otro asunto es eso de que se van a reducir las horas ganando el mismo salario es falso. Al final lo que va a ocurrir es que los salarios en términos reales no van a aumentar: los empresarios van a tratar de recuperar el margen que hayan perdido por la vía de congelar los salarios. Con lo cual, al cabo de unos años los salarios reales habrán descendido, así que no tendremos menos horas trabajadas por el mismo salario, sino menos horas trabajadas y menos salario.
- ¿A las empresas cómo les va a afectar?
- Las empresas habrán perdido por el camino un montón de tiempo por esas necesidades de adaptarse a unas circunstancias que en ningún otro país tienen que afrontar. La reducción de las jornadas laborales se viene haciendo desde hace mucho tiempo a través de la negociación colectiva, de los convenios y es así como debe de hacerse, según las circunstancias específicas de la situación de cada sector y cada lugar. No puedo entender cómo una medida que tiene un impacto tan potente, que es una especie de bomba atómica, que pone patas arriba a todas las empresas de la economía de un país… ¿cómo se puede llevar a cabo con esta alegría, sin ningún debate, sin ningún análisis, sin ningún estudio de ningún tipo, agarrándose a a estudios de caso absurdos que no valen un duro? Todas esas experiencias a las que aluden no tiene ningún valor científico. Es una medida trascendental que nos separa del resto de paíes. En Francia se hizo algo y, por cierto, también ocurrió lo de la reducción de los salarios reales.
«A pesar de las brillantes cifras macroeconómicas de crecimiento, hay algo de fondo que no funciona bien. La inversión privada está estancada y, en términos reales, en niveles muy por debajo de los de 2019»
- Le quería preguntar también por la actualidad de las tensiones geopolíticas, ¿cómo puede afectar a España la guerra arancelaria y ahora el conflicto en Oriente Medio?
- Empezando por el conflicto de Oriente Medio, si el precio del petróleo sube a 130 o 150 euros como se dice que podría subir en caso de que se bloquease el estrecho de Ormuz, eso tendría un impacto estanflacionario importante, es decir, negativo sobre la actividad económica y positivo sobre la inflación, elevaría la inflación y podría producir una recesión, pero parece poco probable. Respecto a los aranceles, suponiendo que finalmente no entran en efecto los llamados aranceles recíprocos y se queda en un tipo de arancel medio de Estados Unidos sobre el resto de países del 10%, el impacto directo sobre España sería más bien moderado. No sería algo catastrófico en absoluto, tres o cuatro décimas. No estamos hablando de un impacto que vaya a derrumbar la economía ni mucho menos. Pero sí es verdad que mientras dure la incertidumbre se paraliza la inversión.
- En España, además, la inversión va rezagada…
- Es otra de las manifestaciones que hay de que a pesar de estas brillantes cifras macroeconómicas de crecimiento económico, hay algo de fondo que no funciona bien. La inversión privada está estancada y, en términos reales, en niveles muy por debajo de los de 2019.
- Con los fondos Next Generation podría haber repuntado más de lo que esperaba…
- Para mí los fondos Next Generation han sido una gran decepción, en todos los sentidos. En primer lugar, porque se esperaba que tuvieran un efecto tractor muy potente sobre la inversión privada y no ha tenido ninguno. En la inversión pública, sí, ha crecido muchísimo. Aunque han podido facilitar la digitalización de pequeñas empresas, el impacto yo creo que habrá sido muy reducido. En cuanto a la transformación positiva de la estructura productiva, yo creo que ha sido muy limitada. Y, luego, el otro impacto que se esperaba que sería por la vía de las reformas estructurales… todos teníamos la expectativa de que esto sería por fin la oportunidad para que se lleven a cabo reformas estructurales potentes en la dirección adecuada. Pero en la mayoría de las veces han sido insignificantes o incluso se han hecho en el sentido contrario al que tenían que ir.
- ¿Un ejemplo sería la reforma de las pensiones?
- Sí, ha admitido como estructural la contrarreforma del sistema de pensiones, que ha supuesto la eliminación del factor de sostenibilidad y la vuelta a vincularla con la inflación, y han decidido compensar el aumento del gasto que esto va a suponer con un aumento de las cotizaciones sociales. También dentro del plan de reformas estructurales se incluye como reforma estructural, por ejemplo, la Ley de Vivienda, que es totalmente contraria a cualquier medida lógica y razonable que debería de implementarse en ese ámbito. Por lo tanto, no ha servido ni como efecto tractor de la inversión privada ni para transformar la economía por la vía de las reformas estructurales.
- ¿Qué habría que haber hecho en vivienda?
- El problema de la vivienda creo que en cierta medida es irresoluble, en el sentido de que dentro del núcleo de las ciudades ya prácticamente no puede aumentarse el número de viviendas, ya está todo el suelo ocupado. Cuando yo era niña, en todos los barrios salíamos a jugar a la calle porque había solares que estaban sin edificar. Ahora ya no hay espacio, la única forma de crecer de una forma significativa es hacia fuera, una posibilidad que no tienen todas las ciudades por su geografía, como las islas o Bilbao, que tiene montañas. Además, crear nuevas áreas residenciales en España requiere décadas por los permisos, la burocracia, las infraestructuras… Creo que al final la solución va a venir por la vía de las herencias. Es decir, dentro de 10-15 años, la principal forma de acceso a la vivienda de los jóvenes va a ser por la herencia. Va a ser una generación muy reducida con abuelos que tienen en su mayoría como mínimo una vivienda, incluso dos, y que tienen muy poquitos nietos.
«Las reformas que se han hecho en los fondos NGEU han sido insignificantes o han ido en el sentido opuesto al que tenían que ir. La Ley de Vivienda, por ejemplo, es totalmente contraria a cualquier medida lógica y razonable»
- ¿Alguna vez le ha quedado alguna asignatura para septiembre?
- Nunca
- El lugar en el que veranea, ¿está ya saturado de turistas?
- Cada vez voy a un sitio distinto y aparte voy todos los años a Bilbao porque soy de allí y he visto muchísimo cambio. Se oyen muchos franceses y en general te encuentras muchos grupos de turistas.
Actualidad Económica