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Felipe VI y Doña Letizia protagonizan un ‘besamanos’ improvisado en el exterior de la iglesia de San Pedro
Donald Trump y Volodimir Zelenski sentados en un lugar discreto en la Basílica de San Pedro del Vaticano; el mandatario de Estados Unidos, de nuevo, esta vez con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, cerrando una reunión y acercamiento; Roberta Metsola hablando entre susurros con Giorgia Meloni… El funeral por el Papa Francisco dejó contactos bilaterales que probablemente influirán en la resolución de problemas del mapa geopolítico mundial. Y Pedro Sánchez no estaba ahí. El presidente del Gobierno decidió no acudir al funeral, renunciando a formar parte de una suerte de cumbre mundial en la que los Reyes Don Felipe y Doña Letizia acapararon parte del protagonismo.
El Monarca y su esposa encabezaron la comitiva española. Una delegación de la que Sánchez decidió no formar parte sin dar explicaciones y aunque su agenda estaba despejada. Acompañando a los Reyes, sí acudieron las vicepresidentas del Gobierno María Jesús Montero y Yolanda Díaz, así como el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Con ellos, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, y la embajadora ante la Santa Sede, Isabel Celáa.
Los Reyes aterrizaron el viernes por la noche en Roma, después de que la Basílica de San Pedro cerrara sus puertas tras la multitudinaria despedida de fieles al obispo de Roma. Así que ayer aprovecharon los minutos previos a que el cuerpo del Papa fuera trasladado al exterior para presentar sus respetos ante el féretro. Don Felipe y Doña Letizia llegaron a la iglesia ocho minutos antes de las 10 de la mañana. Permanecieron en torno a dos minutos ante el ataúd y, a continuación, se dirigieron hasta el exterior, donde la delegación se separó, cada uno hacia sus asientos.
La Reina Letizia prescindió del privilegio que le permitía acudir con mantilla y peineta española a la cita. Vestida de riguroso luto, lució en el lado izquierdo de su vestido el broche de perla y rodeado de diamantes que la reina Victoria Eugenia dejó en el lote de joyas de pasar, las alhajas reservadas para las Reinas de España. Colocó además sobre su cabeza una discreta pieza de encaje negro cubriendo su melena.
El protocolo vaticano, que recomendó a los asistentes llevar gafas de sol por las dos horas de exposición directa, colocó a los líderes internacionales por orden alfabético en francés, con lo que Don Felipe y Doña Letizia se sentaron entre el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, y el de Estonia, Alar Karis. En la misma fila estaban dispuestos el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa, Melania. Bolaños puso al mismo nivel el saludo entre el Rey y el presidente Trump: «Igual que ha habido saludos con otros mandatarios del mundo», dijo.
Numerosos mandatarios, al advertir la presencia del Jefe del Estado español, se acercaron a presentar sus respetos, convirtiéndose en una suerte de besamanos al más alto nivel. Estrecharon la mano de los Reyes el francés Emmanuel Macron, el alemán Frank-Walter Steinmeier, el heredero de Abu Dabi, Felipe de los belgas, Mary de Dinamarca y el príncipe Guillermo del Reino Unido. España fue uno de los pocos países europeos que no contaron con una delegación conjunta del jefe del Estado y el jefe del Gobierno. Los Reyes se dieron también la paz con Trump.
Es cierto que si Pedro Sánchez hubiera acudido, no se habría podido sentar por protocolo en la misma fila que los Reyes. Pero también lo es que desde que el pasado viernes comenzaron a llegar a Roma los mandatarios internacionales, se celebraron encuentros informales en un momento clave para el orden internacional, pues se está negociando la paz en Ucrania.
Sin ir más lejos, a pesar de que Trump se marchó a bordo del Air Force One en cuanto terminó la ceremonia, tuvo tiempo de mandar un mensaje a Putin tras su reunión con Zelenski. Pedro Sánchez se perdió una cumbre de la que Don Felipe, por su parte, se marchó directo a Sevilla para presidir la final de la Copa del Rey.
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